Washington Agenda, July 11

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En medio de agónicas negociaciones, demócratas y republicanos proseguirán esta semana con sus tentativas para llegar a un principio de acuerdo que permita elevar el techo de la deuda soberana y alcanzar un difícil pacto para la reducción del déficit en aproximadamente 4 billones de dólares durante los próximos 10 años.

Durante todo el fin de semana, el presidente Barack Obama se ha mantenido muy al tanto de unas negociaciones complicadas en las que se juega no sólo la estabilidad económica del país, sino su credibilidad como líder de una nación que, en caso de fracasar, podría impactar negativamente las bolsas en todo el mundo.

De no lograrlo, Estados Unidos se deslizaría por la pendiente de una nueva crisis con una entrada en moratoria de pagos, la primera en toda su historia.

La necesidad de alcanzar un acuerdo será defendida de nueva cuenta éste mismo lúnes por el presidente Obama durante una conferencia de prensa en la que volverá a apelar a la responsabilidad de demócratas y republicanos.

“El Congreso tiene que actuar porque, de lo contrario, la economía estadounidense podría sufrir un daño catastrófico”, aseguró ayer el Secretario del Tesoro, Timothy Geithner, en un llamado dominado por la urgencia y la preocupación.

El sentido de urgencia que ha utilizado la administración Obama se ha hecho más patente luego de difundirse, la semana pasada, los últimos datos de desempleo que han confirmado la incapacidad de la economía para absorber al ejército de desocupados (más de 8 millones) que ha dejado a su paso la peor recesión desde la década de los 30 y que se mantienen en un 9.2%.

En el curso de los próximos días, tanto demócratas como republicanos deberán demostrar si acaso son capaces de poner los intereses de los ciudadanos por encima de sus aspiraciones electorales. En el caso de Obama, la urgencia de imprimirle a la economía el grado de confianza necesaria para recuperar los índices de inversión y de generación de fuentes de trabajo, se ha convertido en cuestión de vida o muerte de cara a las presidenciales de noviembre del 2012, cuando se juega sus posibilidades de un segundo mandato.

Al margen de las negociaciones para elevar el techo de la deuda y reducir el déficit, Estados Unidos iniciará la cuenta regresiva para conmemorar el décimo aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001.

Con esto en mente, el Congreso ha organizado una serie de audiencias para determinar hasta qué punto Estados Unidos ha aprendido de sus errores tras una tragedia que terminó para siempre con el sentido de invulnerabilidad de la más poderosa potencia militar y arrojó a la nación en brazos de un estado de guerra permanente.

El fortalecimiento de los sistemas de seguridad, la capacidad de prevenir futuros atentados, la revisión de los sistemas de inteligencia y la capacidad de Estados Unidos para entablar un diálogo que termine por marginar a los sectores más radicales del Islam, dominarán ésta semana la agenda de las audiencias y conferencias dedicadas casi en su integridad a la revisión de los primeros 10 años tras los atentados del 11-S.

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