To Believe in Obama Again

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Editorial EL UNIVERSAL

Volver a creer en Obama

18 de julio de 2011

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llegó a su puesto en 2008 por muchas razones, entre ellas, su enorme arrastre entre jóvenes y el castigo de los votantes a los republicanos por la situación económica. Pero también porque los latinos le dieron su confianza. A tres años de distancia el desencanto de ese sector es evidente y se refleja en las encuestas. Algunos hechos —y la ausencia de otros— explican la caída.

México y los paisanos en el país vecino, como buena parte del resto del mundo, tenían altas expectativas depositadas en el primer presidente no blanco de la potencia del norte. Siendo hijo de un extranjero keniano, hombre de orígenes sencillos e ideales “progresistas” —para los estándares estadounidenses—, se esperaba que innovara y enfrentara con nuevos bríos los viejos problemas de la nación vecina.

Como candidato a la presidencia por el Partido Demócrata, Barack Obama ofreció una reforma migratoria en su primer año de gestión. El presidente Calderón fue el primero en ser recibido por el entonces mandatario electo. Hasta ahí todo parecía bien.

Sin embargo, es muy difícil satisfacer al mismo tiempo a dos sectores de la sociedad con visiones encontradas y el presidente eligió congraciarse con quienes rechazan cualquier intento de integración de los latinos. El mandatario incumplió con la promesa de una reforma migratoria mientras buscó secundar el discurso conservador cuya prioridad es impedir a toda costa la entrada de más mexicanos en su territorio. Lo único que ha distinguido a la administración Obama de sus predecesoras en materia de migración es una cifra: récord de deportaciones: 392 mil 863 personas durante 2010.

Ahora, con la posibilidad de reelegirse el próximo año, Obama voltea de nuevo hacia el sector latino y lo corteja en busca del voto. El tiempo dirá si son suficientes para tal proeza la oposición legal a la ley SB1070 y la defensa del Dream Act, un intento por dar a los hijos de indocumentados una oportunidad de estudio en las universidades estadounidenses.

Cobra sentido el comentario del presidente Calderón cuando, antes de la elección de 2008, advirtió el republicano John McCain, era una buena apuesta para los latinos. El senador conocía la problemática bilateral: proviene de Arizona, un estado fronterizo, visitó México siendo candidato y tenía en su currículum una reforma migratoria integral propuesta en 2006.

Con todo, tal vez no sea demasiado tarde para Obama. Deberá apoyar a los latinos en lo que le resta de mandato no sólo con discursos e iniciativas de difícil tránsito en el Congreso, sino con acciones directas de su gobierno.

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