Editorial: En la puerta del horno
Por: REDACCIÓN ELTIEMPO.COM | 7:41 p.m. | 15 de Junio del 2011
Colombia
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Es indispensable evitar la llegada de más condicionamientos para la aprobación del TLC.
No deja de ser llamativo que una persona que había sido dura con Colombia le expida repentinamente un certificado de buena conducta. Pero así ocurrió el martes 14 en Washington, cuando el representante de comercio de Estados Unidos, Ron Kirk, reconoció que el país ha cumplido con los compromisos adquiridos por Juan Manuel Santos en abril pasado, con ocasión de una visita a la Casa Blanca. Bajo esa premisa, el tratado de libre comercio firmado entre ambas naciones a mediados de la década pasada estaría cerca de ser ratificado por el Congreso norteamericano.
Que el TLC está más cerca que nunca de convertirse en realidad es algo que aceptan tanto sus partidarios como sus críticos. De hecho, esta semana, los poderosos sindicatos AFL-CIO y CWA lanzaron una notoria ofensiva en contra del pacto bilateral, con el argumento de que no se puede ‘premiar’ a una nación en donde existen tantos problemas de derechos humanos y han sido asesinados docenas de dirigentes del sector laboral.
No obstante, aunque la estrategia puede generar controversia en ciertos sectores, el tema fundamental es de otro orden. A pesar de que las elecciones legislativas y presidenciales están todavía a casi 17 meses de distancia, la campaña ya comenzó y tanto demócratas como republicanos se están posicionando para ganar el favor de los votantes. Con la economía andando a media marcha y el desempleo en niveles elevados, se trata de probar que las decisiones que se adopten servirán para salir más rápido de la recesión en el coloso del norte.
En el caso concreto de Colombia, existe un relativo consenso de que la producción estadounidense saldría beneficiada con el tratado. No obstante, el obstáculo está relacionado con un programa de apoyo a favor de quienes resulten afectados por este tipo de esquemas, pues en la lista de pendientes también se encuentran Corea del Sur y Panamá. De manera que, mientras Barack Obama y su bancada quieren disponer de un paquete de ayuda de varios cientos de millones de dólares, el Partido Republicano se opone con el argumento de que sería un desperdicio del dinero de los contribuyentes.
Dicho nudo gordiano, que ha obstaculizado el paso de cualquier iniciativa comercial desde hace meses, podría quedar cortado en unos pocos días, con lo cual el camino se despejaría. Por tal razón, la administración es la que ahora quiere ganarse los méritos, lo cual explica el cambio de talante de Ron Kirk, cuyos funcionarios empezaron a trabajar con los del Congreso desde hace unas semanas en la debida ‘carpintería’ de informes y borradores de proyectos de ley.
No obstante, mientras llega el día del envío formal del acuerdo al Capitolio para que sea puesto en el orden del día, Colombia tiene que mantener los ojos muy abiertos. Y es que no solo se trata del TLC, sino también de la renovación de las preferencias arancelarias, que se vencieron en febrero, lo que les ha costado una suma considerable en impuestos a los exportadores nacionales. Teniendo en cuenta que Perú demoró un año en poner en marcha su pacto, hay que prever un tiempo prudencial, aparte de un mecanismo para devolver lo pagado hasta ahora.
De la misma manera, es indispensable evitar la llegada de más condicionamientos, pues hay quienes quieren dejar en manos de la Casa Blanca una especie de certificación antes de que las cosas entren a operar en forma definitiva. Ese requisito no solo sería injusto, sino indigno para Colombia, que ha cumplido en forma leal con su parte de lo negociado y que aspira -con toda la razón- a que el TLC finalice, ahora sí, el larguísimo camino emprendido.
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