Uno de cada cinco empleos de nuestro país depende de la demanda de productos en Estados Unidos.El comercio, las remesas y el turismo mexicanos serían los primeros sectores afectados si en el país vecino el gobierno y los legisladores no logran un acuerdo doméstico para elevar el techo de endeudamiento del país para hacer frente a sus obligaciones financieras de corto plazo.
Estados Unidos podría ver rebajada la calidad de su deuda o declararse en suspensión de pagos, lo que en cualquiera de los casos sería un terremoto para el sistema financiero internacional, pero más para México, cuya economía está atada a la Unión Americana.
El presidente Felipe Calderón ha dicho que estamos “relativamente preparados” para resistir tal eventualidad, pero no descarta efectos inmediatos como fuga súbita de capitales, cambios abruptos en las tasas de interés y movimientos en el tipo de cambio.Apela a que las reservas del Banco de México son históricas ya una amplia línea de crédito con el FMI .
Hace dos años, las autoridades financieras mexicanas minimizaron el impacto de la llamada crisis de las hipotecas que se generó también en Estados Unidos , asegurando inicialmente que podría darnos cuando mucho un “catarrito”, y lo que tuvimos fue una turbulencia mayor, que afectó a miles de empresas y lanzó a la calle a muchos compatriotas.Tal fenómeno se agravó por la epidemia de influenza AH1N1.Todos estos factores crearon un hoyo económico del que apenas estamos levantándonos, pues muchos indicadores financieros del país ni siquiera han recuperado los niveles que tuvieron en 2008 .
Es cierto que la crisis global que se cierne sobre todo el mundo se incubó dentro de Estados Unidos.El descontrol de su déficit se generó por años de gastos sustentados en un alto endeudamiento.Para colmo, el problema es ahora usado como herramienta de disputa política entre republicanos y demócratas.En el fondo, lo que se atisba es, como lo señala en estas páginas el analista Antonio Navalón , la construcción de un nuevo modelo económico.
En México tendremos que estar más que relativamente preparados para los futuros cambios de paradigmas financieros internacionales.En los últimos años se ha apelado mucho a la estabilidad macroeconómica del país, que nos ha alejado de inflaciones de dos dígitos, pero que no ha conseguido elevar sustancialmente los niveles de vida de la población.No debemos sólo confiarnos en que tenemos dinero ahorrado, urge conocer más detalles del plan de choque mexicano en caso de una turbulencia mundial.
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