Obama’s Lucky Streak

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La suerte de Obama

Por: SERGIO MUñOZ BATA | 5:15 p.m. | 22 de Agosto del 2011

La suerte de Obama es que aún tiene tiempo de dirigir la recuperación económica del país.

Si la elección presidencial en Estados Unidos fuera hoy, los datos de las encuestas indican que la reelección de Barack Obama podría peligrar. El índice de aprobación de su gestión ha bajado de un 66 por ciento en enero del 2009 a un 43 por ciento en agosto de este año. Lo bueno, para él, es que todavía faltan 15 meses para la elección, y en la política ese lapso es una eternidad.

Además, debemos considerar que desde Harry Truman no ha habido un presidente estadounidense que no haya visto disminuir sus bonos al llegar a esta etapa de su gobierno. Inclusive, habría que resaltar que el grado de aprobación de Obama es ligeramente mayor que el que tenían en su momento George W. Bush, Jimmy Carter, Richard Nixon, Harry Truman y Gerald Ford, y que tres de ellos lograron la reelección.

Lo preocupante para Obama, sin embargo, es que el desencanto con su gestión abarca, en mayor o menor medida, a los 27 grupos demográficos que Gallup ha identificado como claves para su reelección. Más aún, el descontento ha sido mayor (ronda los 10 puntos menos) entre los independientes, los hispanos y los demócratas conservadores. Tres grupos fundamentales para inclinar el fiel de la balanza en la disputa entre demócratas y republicanos en ciertos estados. También se han mostrado decepcionados los votantes mayores de 65 años, los pobres menos educados y, para sorpresa de muchos, entre los votantes negros su aprobación ha descendido siete puntos en lo que va del año.

Las razones del descontento son varias, pero sin duda lo que más lo ha dañado es el persistente índice de desempleo, que afecta directamente el funcionamiento de la economía, genera cuestionamientos sobre su capacidad de liderazgo y causa incertidumbre sobre el rumbo que lleva el país.

Curiosamente, los votantes moderados le reclaman su incapacidad para negociar con los republicanos, mientras que el reclamo de los liberales radicales es que se ha extralimitado en su intento por negociar con ellos.

Los defensores de Obama dicen que el problema de fondo es que la crisis que Obama heredó de su antecesor, George W. Bush, se ha prolongado porque los republicanos en el Congreso obstaculizan el proceso legislativo de todas las maneras posibles, y añaden que, a pesar de las trabas, el Presidente ha logrado la aprobación en el Congreso de un programa de estímulo económico, una expansión de las regulaciones del sector financiero que no arriesga la quiebra del sistema bancario y de un sistema universal de salud.

Los logros de Barack Obama son reales y las dificultades que ha enfrentado, también. Yo lo critico, sin embargo, por las promesas incumplidas, por su impericia política en el trato con los republicanos moderados y por su falta de imaginación para incentivar el sector privado para que genere nuevos empleos.

La suerte de Obama es que, a 15 meses de la elección, todavía tiene tiempo para enmendar la plana y dirigir la recuperación económica del país. Sobre todo si consideramos que todas las encuestas nacionales muestran que el apoyo de los estadounidenses al llamado Tea Party va en caída libre (20 por ciento de aprobación y 40 por ciento de desaprobación), y eso implica que su influencia sobre el ala moderada del Partido Republicano se desvanecerá en un futuro próximo, lo que le da oportunidad a Obama de lidiar con los razonables y no con los fundamentalistas de derecha en el Congreso.

Además, llegado el 6 de noviembre del 2012, ni los votantes independientes, ni los hispanos, ni los mayores de 65 años, ni los pobres van a votar por los representantes de los ayatolás republicanos, por más decepcionados que estén. Si Obama logra disminuir las cifras del desempleo y reactivar la economía, lo más probable es que lo tendremos de presidente por otros cuatro años.

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