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Posted on September 11, 2011.
Obama y la reforma educativa: Yes we can?
Republicanos y demócratas hablan de educación, de mejorar el capital humano, la competitividad del país, la innovación, la ciencia y tecnología, en cada oportunidad que se les presenta. Pero promover una mejora en la educación pareciera ser mucho más complicado.
Estados Unidos figura en el 17º lugar en el último ranking PISA entre 65 países participantes del estudio. Si bien el país invierte alrededor del 5.3% de su PBI en educación y sólo es superado por Luxemburgo en el gasto promedio por estudiante, los resultados de sus pruebas no han mejorado en los últimos años.
La administración Bush intentó enfrentar este problema aprobando en el 2001 la legislación No Child Left Behind, con apoyo de republicanos y demócratas, que se enfocaba en introducir estándares de aprendizaje y permitir la intervención de escuelas que repetidamente no logren cumplir con las metas de progreso. Tenía como objetivo que el 100% de los alumnos alcanzara los apropiados niveles de matemática y lectura para el 2014. Sin embargo, el 82% de las escuelas pareciera que no obtendrán el resultado.
Pero también se consiguieron logros importantes, como por ejemplo, según datos de la Nation’s Report Card (NAEP), en los primeros cuatro años de implementación del programa, las brechas entre los estudiantes afroamericanos e hispanos con los alumnos blancos habían descendido a su mínimo nivel histórico. Sin embargo, hace tiempo que la norma enfrenta resistencia.
Por un lado están los que sostienen que no es suficiente para mejorar el sistema, entre los que se encuentra la Administración Obama, que ha lanzado la exitosa iniciativa Race to the Top para asignar incentivos y estímulos a aquellos estados que creen condiciones para la innovación y la reforma educativa, la mejora de la docencia y el rendimiento de las escuelas, generando los primeros resultados visibles en 2009 cuando fueron premiados los estados de Delaware y Tennessee.
Otros grupos se oponen señalando que No Child Left Behind limita el enfoque de la educación escolar a las pruebas anuales, reduciendo lo que se enseña a conseguir buenos resultados en las evaluaciones y a su vez dejando de considerar los indicadores sociales que afectan al desempeño educativo.
El presidente Obama está apoyando fuertemente la reforma y reautorización de No Child Left Behind, bajo el nombre de Elementary and Secondary Education Act, enfocando los cambios en mejorar la efectividad de los profesores y directores, implementar estándares que preparen a los estudiantes para la universidad y el mundo laboral, pero permitiendo mayor flexibilidad e innovación en la escuela.
Sin embargo, Obama enfrenta un escenario adverso en el Congreso, donde el bloque republicano propone recortar el gasto de algunos programas, otorgar mayor flexibilidad a nivel local en la ejecución del presupuesto federal y estimular la iniciativa privada por medio, por ejemplo, de las llamadas charter schools (escuelas públicas gestionadas por comunidades de padres).
Las tensiones son mayores en un contexto de recorte presupuestario y déficit donde diferentes estados han comenzado a reducir el gasto en educación. En particular, la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Representantes, liderada por el republicano Paul Ryan postula la necesidad de disminuir en un 12% el financiamiento de programas educativos, laborales y sanitarios en un contexto en el que la economía no repunta y el desempleo ya alcanza el 9%.
En un mundo crecientemente competitivo, donde Estados Unidos está perdiendo mercados, afirma el Secretario de Educación Arne Duncan, “la educación es reconocida por cada vez más personas como una herramienta que marca la diferencia en la economía global. Un sistema educativo de calidad mundial es el motor del crecimiento económico, la innovación, la competitividad y la creación de empleos. Nuestros niños, maestros y padres merecen una educación de nivel mundial no algún día, sino empezando hoy”. Veremos si el Congreso está de acuerdo.
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