History and Memory

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El domingo se vivió una jornada de dolor, emociones y superación de la rabia causada por la tragedia de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Obama y Bush compartieron podio y discursos en la zona cero de Nueva York. El presidente arrancó con el salmo 46 y Bush invocó al presidente Lincoln, el favorito e inspirador de muchos de los discursos de Barack Obama. Las lágrimas surcaron por muchas mejillas de neoyorquinos y de ciudadanos del mundo entero.

Aquella barbaridad, ejecutada con tanta precisión, todavía causa escalofríos. ¿Cómo se explica tanta profesionalidad de quienes se inmolaron derrumbando los signos más emblemáticos del sistema americano? No soy partidario de ver conspiraciones ante los grandes hechos de la historia sino más bien en la racionalidad de los hechos que se puedan comprobar.

El periodismo cuenta sin matices y con brocha gorda los hechos mientras se producen. La historia ya explicará lo que ha ocurrido. Una sociedad necesita conocer su historia sin fantasías y sin fiarse en exceso de la memoria. Quiero rendir un homenaje a Josep Termes que fue un gran artesano de la historia catalana reciente sin recurrir a ideas preconcebidas sino picando piedra en los archivos, los folletos y los relatos populares.

No basta con la memoria. Hace una distinción, Tzvetan Todorov, entre historia y memoria. La memoria colectiva es subjetiva y refleja las vivencias de uno de los grupos constitutivos de la sociedad y por eso puede ser utilizada por ese grupo como un medio para adquirir o reforzar una posición política. La historia no se hace con un objetivo político, sino con la verdad y la justicia como únicos imperativos. Aspira a la objetividad y a la precisión.

La historia, continúa Todorov, no ayuda a salir de la ilusión maniquea en la que a menudo nos encierra la memoria: la división de la humanidad en dos compartimentos estancos, buenos y malos, víctimas y verdugos, inocentes y culpables.

Volviendo al décimo aniversario del 11-S vale la pena recordar que uno de los primeros discursos del entonces presidente Bush fue dirigirse a la comunidad musulmana para decirles que no estaban en guerra contra el Islam. Curiosamente, es lo mismo que dijo Obama el domingo por la noche en Washington. Las creencias son respetables. Lo que no es aceptable es el mal causado en nombre de ellas.

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