A Populist Obama Sets Out to Increase Taxes Paid by the Rich

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La medida está inspirada por Buffett y afecta sólo a 450.000 contribuyentes.

Al empresario Warren Buffett le llaman el oráculo de Omaha. Su sabiduría no impide, sin embargo, que muchos de sus colegas y de los políticos republicanos le maldigan por sus ideas.

En un momento de popularidad a la baja, de descrédito entre sus votantes – en especial, negros, hispanos y jóvenes-, y con unas cifras de pobreza alarmantes en Estados Unidos, el presidente Barack Obama dará este lunes un paso que le arrima a la estela del populismo. Buen amigo del jefe de la compañía Berkshire Hathaway, e inspirado por él, el inquilino de la Casa Blanca hará pública su iniciativa de imponer un impuesto a los ricos en el intento de reducir el déficit federal.

Su propuesta, rechazada de inmediato por los conservadores, afectaría a las personas que ganen más de un millón de dólares anuales (725.000 euros). Así aspira a lograr que los ricos coticen al menos en el mismo porcentaje en que lo hacen los contribuyentes de clase media, los más castigados por el impacto de la crisis, con más de 14 millones de parados y una cuota de desempleo instalada por encima del 9%.

De manera que, en verdad, no consiste tanto en una nueva tasa, sino en el incremento del tipo impositivo. Obama, imitando las tácticas comerciales, ha bautizado esta medida como la norma Buffett. Este inversor lleva meses predicando que las grandes fortunas -incluido él- contribuyen menos a la caja común que sus empleados. Es la teoría de que la secretaria aporta más que el dueño. Los trabajadores, subraya, están más “castigados” debido a que los beneficios de las inversiones cotizan menos que los ingresos de los asalariados. Su discurso ha calado en otros países.

Sin que hayan explicado los detalles, la proposición presidencial afectaría sólo a un 0,3% de los contribuyentes. Esto supondría un número inferior a 450.000 ciudadanos, informó The New York Times. Sería una vía más para financiar los 447.000 millones de dólares del proyecto de estímulo para crear puestos laborales que Obama ha lanzado, también con pocas posibilidades de que sea aprobado.

Su iniciativa impositiva sería una más de las que el presidente incorpora en su aspiración de rebajar el déficit a largo plazo. En noviembre arrancará la comisión bipartidista creada cara a profundizar en esta tarea, después del choque que se produjo este verano en la negociación para elevar el techo de la deuda.

Entonces, Obama ya planteó una revisión de los impuestos -gravar más a los que tienen más-, lo que provocó la airada reacción de los republicanos. Este jueves, el portavoz de la mayoría en el Congreso, el republicano John Boehner, ya advirtió que “el incremento de las tasas no es una opción viable para la comisión”.

Su compañero Paul Ryan declaró ayer a la Fox que la sugerencia de la Casa Blanca añade “inestabilidad, incertidumbre y castiga a los que crean trabajo”. El senador Mitch McConnell habló de “luchas de clases”, cuestión que “está bien para la política y es malísima para la economía”.

De lo que se deduce que la propuesta de Obama, con un Congreso bajo control del rival, dispone de escasas opciones para superar el trámite en el Capitolio. Pero, cara las elecciones del 2012, deja en evidencia a los republicanos y tranquiliza a los demócratas, preocupados por los recortes sociales para adelgazar la deuda.

La gesticulación tal vez llega tarde. Su iniciativa surge cuando un millar de indignados neoyorquinos ocupa desde el sábado Wall Street. Unos 200 pasaron la noche en una plaza próxima al edificio del parquet neoyorquino. Una de las ideas más repetidas es que al Obama que votaron lo han secuestrado el poder, los bancos y las corporaciones.

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