The Republican Bet on Obama's Failure

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Posted on September 27, 2011.

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México y Estados Unidos tendrán elecciones presidenciales en 2012. Los procesos electorales se han iniciado en ambos países. Además de la coincidencia de las fechas, hay otras semejanzas, como la desbordada ambición de quienes, republicanos y panistas, al menos en las encuestas y en el corazón de los electores, no tienen la menor posibilidad de llegar siquiera a la primera base. La diferencia es que, mientras Calderón está en la cuenta regresiva, pues su salida no tiene vuelta, Obama ha iniciado ya su campaña, cuyo proyecto central es el mismo programa de gobierno.

Si las cosas salen bien para Estados Unidos en su economía y lucha contra el desempleo, Obama tendrá asegurada su reelección. Calderón, por su parte, tratará de llevar la fiesta en paz, lo que no es un figurativo, sino, literalmente, su más ferviente deseo. El país no soportaría violencia política, con la del crimen es más que suficiente.

El fracaso de la gestión de Obama es la apuesta del Partido Republicano. Por ello la evidente falta de interés en recomponer la economía. A eso obedece la estrategia de desmantelar la agenda del gobierno de Obama, evitar su reelección. Los republicanos están dispuestos a sacrificar año y medio las condiciones de su país, con tal de ver fracasado el proyecto de Obama.

La semana pasada, los republicanos, que han tenido varios debates, organizaron uno más para convocar a Rick Perry, el gobernador de Texas, ahora participante en la contienda. El debate fue un fiasco. El nivel de la discusión se centró en atacar a Obama. Otro segmento fue para descubrir cuál de los estados es más eficiente en robarse los puestos de trabajo de los otros. Además de cuestionar la burocracia federal y los altos impuestos que, curiosamente, se encuentran en sus niveles históricos más bajos, el otro polo del debate fue el propio Rick Perry.

El gobernador de Texas se ha convertido en el blanco de ataque de los demás candidatos. Perry, como Marcelo Ebrard, en el PRD, va adelante. Sus credenciales son varias: Su anunciado éxito en crear puestos de trabajo. Habla de un millón de empleos en la última década. Esta afirmación provocó un pleito ridículo con los candidatos ex gobernadores, Mitt Romney, de Massachusetts, y John Huntsman, de Utah, los que afirmaron haber creado más trabajos que Perry. Lo cierto es que los gobernadores no crean trabajos, salvo los que provienen de sus burocracias. El empleo lo genera el sector privado, cuando las condiciones económicas así lo permiten. Por ello, el slogan de Calderón como el presidente del empleo es una tomadura de pelo. Buena parte del empleo en Texas se debe al intercambio comercial con México.

Por ello, Perry presume de cuidar la frontera con nuestro país, a pesar del desinterés —explica él— del gobierno de Obama. Al mismo tiempo, dice llevar una relación simbiótica con México. Perry es pro migrante. Es un caso raro de republicanismo, como lo fue George W. Bush, que era un convencido del valor del trabajo mexicano en Estados Unidos. Perry ha declarado estar en contra de políticas como la de Arizona y su ley antimigrantes. No le parece una buena medida preguntar a los migrantes sobre su status legal. En este sentido, Texas, a pesar de lo que se diga, es un paraíso de migrantes indocumentados. Perry promulgó en 2001 una ley de ayuda a los estudiantes universitarios migrantes, así como a niños en las escuelas, independientemente de su situación migratoria. Se estima que 12 mil estudiantes universitarios ilegales se beneficiaron con la medida.

Perry juega peligroso, porque su sentimiento a favor de los migrantes mexicanos forma parte de un doble discurso. Por un lado, no quiere enemistarse con la población hispana, básicamente de origen mexicana que, en Texas, llega a 38 por ciento. No puede despreciar esos votos. Por el otro lado, tiene que mantener las formas con los grupos más radicales del GOP, los del Tea Party, que lo juzgan duramente por su flexibilidad con los migrantes ilegales. Ello explica su afán por blindar la enorme frontera de Texas con cuatro estados mexicanos: Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Chihuahua.

Otra faceta de Perry es su adhesión ideológica a la pena de muerte. En el debate, cuando se le criticó por ser Texas el estado que más ejecuciones tiene en Estados Unidos, el público inició una atronadora ovación a favor de Perry. Buena parte de los muertos son delincuentes mexicanos. ¿Qué le convendrá a México, un cambio o que siga Obama? Muy pronto todavía para contestar, lo que seguro nos conviene es un cambio de la política mexicana.

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