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Posted on October 17, 2011.
Llegaron para “okupar” la Bolsa, pero tuvieron que conformarse con levantar las tiendas y las pancartas a los pies del Templo. Con lo que no contaban era con la “bendición” del reverendo Giles Fraser, que les dedicó el sermón del domingo (“Dios y el dinero”) y pidió encarecidamente a la policía que les dejaran en paz: “La gente tiene todo el derecho a protestar”.
Suenan las campanas en la Catedral de St. Paul, y no hay quien pueda dormir más de una hora seguida con este estruendo…
“Pero mejor así, que acabar “okupando” la cárcel”, se consuela James Sterling, 25 años, músico, uno de los más de doscientos “indignados” británicos que han echado raíces junto al tempo anglicano, a cuya entrada cuelga el cartel que advierte en letras rojas: “Capitalismo es Crisis”.
“Nos hubiera gustado ser más de 50.000, como en Roma o en Madrid, pero vinimos los que vinimos, y aquí nos quedamos”, proclaman casi al unísono Andrew y “Anonymous”, su compañera enmascarada. “Vamos a convertir esto en un foro permanente por el cambio. La gente hasta ahora se ha volcado en solidaridad y apoyo”.
“Nos lo pusieron difícil el sábado, pero hemos notado cierta complicidad en los ojos de los policías”, asegura “Anonymous”. “Aunque no les perdonamos que se hayan llevado los servicios portátiles”, corrige Andrew. “Ahora dependemos casi totalmente de la “misericordia” de la Iglesia”.
Para entrar a St. Paul, por cierto, hay que “apoquinar” 14,50 libras del ala. Los “indignados” han conseguido una trato especial, habituados ya a abrirse paso como si tal cosa entre los feligreses y los turistas, que aprovechan la ocasión para hacerse fotos entre el mar de tiendas y pancartas: “Somos el 99%”, “Armas de Creación Masiva”, “Democracia Real: Todo el Mundo está Invitado”, “Podemos financiar guerras, pero no dar de comer a los pobres”, “Pita por el Cambio”…
Buscamos –pero no vemos- a Jim Beard, el tipo que acudió el primer día disfrazado de Jesucristo y arremetiendo contra los mercaderes y prestamistas. Quien sigue en el mismo lugar, preparándose con botas para la lluvia, es Amy Soyka, 22 años, estudiante de la Leeds Metropolitan University, la primera en montar el chiringuito frente al templo: “Pensé que íbamos a unos pocos, pero ya ves: esta mañana he contado 64 tiendas de campaña… Y la cosa sigue creciendo. Se habla de quedarnos aquí al menos hasta navidades”.
La ciudad-tienda de St. Paul cuenta ya con cocina popular, abastecida con donaciones. Hay también un tenderete “mediático”, alimentado con generadores, y una zona “chill out” con música. Las escalinatas hacen la veces de anfiteatro cuando llega la hora del “angelus”, que es también la de la Asamblea General, donde tal día como ayer se aprobó por unanimidad el primer manifiesto:
1.- El sistema actual es insostenible, injusto y no democrático. Necesitamos alternativas y vamos a trabajar por ellas.
2.- Renunciamos a pagar la crisis de los bancos.
3.- No aceptarmos los recortes sociales como necesarios o inevitables
4.- Queremos un cambio estructural hacia una auténtica igualdad global
5.- Mostramos nuestra solidaridad con los oprimidos y apoyamos las ocupaciones en todo el mundo…
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