¡Oh júbilo inmortal!
Es lo que ha generado la aprobación del TLC por el Congreso de los Estados Unidos después de una espera vergonzosa de más de 5 años. El presidente Santos lo calificó como un hecho histórico con enormes beneficios económicos: un incremento permanente del 1% en la tasa de crecimiento de la economía, la generación de 250.000 nuevos puestos de trabajo y un crecimiento mínimo del 6% en las exportaciones.
El júbilo del Ministro de Comercio Exterior fue mayor. Para este funcionario, con el TLC se van a triplicar las exportaciones y se van a crear no menos de 300.000 empleos nuevos.
Más cautelosos fueron los gringos. Aunque el presidente OBM dijo que este TLC servirá para “estimular el crecimiento económico, aumentar las exportaciones y crear empleos en los Estados Unidos, al tiempo que promovemos nuestros valores fundamentales”, las expectativas de su gobierno son mucho más modestas, por lo menos en materia de empleo.
Según los estimativos oficiales del responsable de la política de comercio exterior norteamericana (Ustr), el TLC debe incrementar las exportaciones a Colombia en US$1.100 millones anuales, mientras que las importaciones provenientes de Colombia tan solo se incrementarán en US$487 millones por año. Coincide esta cifra con el aumento de las exportaciones en US$600 millones estimado por un estudio del Banco de la República en el 2007, antes de que la revaluación del peso debilitara la competitividad de los productores colombianos.
Por lo tanto no hay que hacerse ilusiones de que el TLC va a mejorar la situación de nuestro comercio exterior ni a disminuir el déficit de la balanza de pagos. Todos los estudios, incluyendo los oficiales del DNP, muestran que con el tratado aumentarán más las importaciones que las exportaciones de Colombia a EE.UU. Además, el mismo estudio del Banco de la República concluye que con el TLC va a aumentar el déficit en el comercio de servicios, toda vea que las exportaciones de servicios aumentarán en US$322 millones y las importaciones en US$1.146 millones.
En lo que si no hay coincidencia es en el impacto sobre el empleo. Para el Ustr un aumento de US$1.100 millones en sus exportaciones debe crear 7.000 (¡Si! Sólo siete mil) nuevos empleos en EE.UU. Aquí para el Mincomercio, se van a crear más de 300.000 empleos, pero no se sabe cuál va a ser la receta mágica para lograrlo.
De hecho, ya se empiezan a oír opiniones según las cuales el TLC puede llegar a destruir empleos, no por el desbalance comercial, sino por las exigencias que puso el Congreso gringo en materia laboral como condición para aprobar el tratado. Medidas como la eliminación de las cooperativas de trabajo asociado o la protección a los sindicatos y a las negociaciones colectivas son vistas por lo empleadores como una pérdida de competitividad.
Por ejemplo, para Anif en su Comentario Económico del 12 de octubre, “la búsqueda del TLC con Estados Unidos ha terminado encareciendo de-facto la mano de obra en Colombia. Así, esto amenazará con una rápida pérdida de competitividad de nuestra industria y, entonces, ¿para qué TLC?”, es decir que “Colombia salió en busca de lana, a través del TLC de Estados Unidos, y estamos quedando ‘trasquilados’, en materia de competitividad laboral”.
La libertad de comercio crea empleo en unos sectores y destruye en otros; para que el resultado no sea de suma cero sino positivo, se necesitaría que hubiera libertad total en el mercado laboral. Pero este TLC es incompleto. Busca garantizar el libre intercambio de bienes y el libre flujo de capitales, pero no dice nada sobre liberar los flujos de trabajadores en momentos en que EE.UU está endureciendo sus leyes contra los inmigrantes. Así las expectativas oficiales no son sino falsas ilusiones.
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