They're after the Black Hand in Campaign against Cain

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WASHINGTON.— ¿Quién ha sido la mano negra detrás de la filtración contra el aspirante republicano a la presidencia, Herman Cain? Por el momento, el dedo acusador del propio Cain apunta hacia uno de sus adversarios, el gobernador de Texas, Rick Perry, a quien identifica como el origen de las filtraciones que han resucitado un viejo escándalo de acoso sexual que lo ha colocado contra las cuerdas.

“Hemos sabido que todo esto se inicio desde la campaña de Perry, desde donde se han propuesto sembrar la cizaña y terminar con nuestra posición de liderazgo”, aseguró Cain en una teleconferencia con simpatizantes de su candidatura.

El equipo de campaña del empresario no tiene duda de que el origen de todo el escándalo es uno de sus antiguos colaboradores: el estratega Curt Anderson, quien ha sido fichado por la campaña de Perry y quien, según Cain, se ha encargado de ventilar sus pecados y más oscuros secretos para neutralizarle políticamente y allanar el camino del gobernador texano a la Casa Blanca.

Anderson compareció ayer ante los medios para asegurar que ni él ni nadie en la campaña de Perry han estado detrás de la campaña contra Cain. “Cualquier periodista que haya recibido de mí información relacionada con Herman Caín, queda liberado de cualquier acuerdo de confidencialidad para confirmar si acaso yo he sido la fuente de estas filtraciones”, dijo Anderson.

En medio de las acusaciones, la sola idea de que un republicano haya apuñalado por la espalda las aspiraciones presidenciales de Cain ha sido considerado como un acto de alta traición por el también aspirante Newt Gingricht, quien ha advertido que si resulta que la mano negra detrás de la filtración ha sido de un republicano, la reacción será incontenible.

“Se convertirá en un paria y no contará con el respaldo del partido”, amenazó Gingricht, quien, irónicamente, podría ser en uno de los principales beneficiarios de la caída en desgracia Caine.

La guerra sucia que ha estallado entre las filas de los republicanos no es, sin embargo, cosa nueva, como muestra el caso de John McCain, quien probó la amarga dosis de una campaña sucia orquestada en su contra durante las primarias republicanas del año 2000 en Carolina del Sur. Entonces, se propagó la versión de que su esposa Cindy era una adicta perdida a las drogas y al alcohol y que McCain era infiel.

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