In Search of the American Right

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En busca de la derecha estadounidense

Gabriel Guerra Castellanos

(Internacionalista)

EL UNIVERSAL

La semana pasada al referirme a los múltiples retos externos e internos de EU cité un breve ensayo de George Packer en el que aborda la

creciente desigualdad y polarización social que hace hoy en día —del que fuera el sueño americano— un lugar de pesadilla.

La erosión del poder adquisitivo y del nivel de vida de las clases medias y bajas estadounidenses ha sido una constante desde finales de los

años 70 y principios de los 80, pero se acentuó de manera dramática a raíz de la crisis que aún agobia al país. La debacle hipotecaria no solo

dejó a muchos en bancarrota y sin poder conservar siquiera sus hogares, sino que representó una sacudida de la confianza de una sociedad

acostumbrada a pensar que el mañana siempre sería mejor que ayer.

Gradualmente la composición socioeconómica de EU tiende a los extremos: 1% de la población acumula riquezas y privilegios mientras ve

disminuir su carga fiscal, mientras un sector de la población es cada vez más excluido no sólo de las oportunidades y el progreso, sino de la

capacidad de influir en la toma de decisiones de un sistema político enfocado en complacer a las élites.

Curiosamente, para una nación que ha visto un crecimiento desmedido de la riqueza y la simultánea pauperización de sus clases medias, EU

no ha visto un surgimiento de simpatía ni para los demócratas ni para algún movimiento populista de izquierda o seudoizquierda. Por el

contrario, con excepción de la victoria de Barack Obama en el 2008, atribuible al entusiasmo que logró generar y a la debacle ocasionada por la

presidencia de George W. Bush, en general podemos ver cómo todos los referentes políticos estadounidenses se cargan consistentemente a la

derecha.

Las recientes manifestaciones de “Occupy Wall Street” atrajeron gran atención mediática pero no lograron ni de lejos convocar a la cantidad

ni a la calidad de los “indignados” europeos, cuyo movimiento, al ser de un cuestionamiento macro al sistema político y a la

representatividad de los partidos, tiene mucho más fondo que este mediático pero poco impactante brote de insatisfacción.

El fenómeno del populismo que suele acompañar a las crisis económicas y/o sociales suele tener en EU tintes conservadores. Sin embargo, el

beneficiario esta vez no ha sido, como sería lógico, el Partido Republicano, sino un movimiento un tanto desarticulado cuya falta de cohesión y

liderazgos claros es directamente proporcional al apasionamiento de sus integrantes, que ven en el Tea Party un regreso a los orígenes

libertarios del movimiento de independencia del siglo XVIII y a lo que ellos creen los “valores originarios” de EU.

Qué más da que muchas de sus proclamas estén basadas en los preceptos del antier o sean contrarias al espíritu si no es que a la letra de la

constitución estadounidense, de la que han buscado adueñarse tanto por el simbolismo que representa como por la simplicidad que les otorga.

El Tea Party combina resentimientos clasemedieros con la añoranza de los tiempos fáciles en que Ronald Reagan veía la solución a cualquier

problema en la fórmula de achicar al gobierno. Ese mantra “menos gobierno” ilumina los rostros de los militantes del Tea Party casi tanto

como la retórica vacía, simplona pero ocurrente de personajes como Sara Palin, que han hecho del discurso hueco y visceral el centro de su

ideario, si es que sus planteamientos merecen ese nombre.

Desde que inició este movimiento el Partido Republicano buscó atraerlo y cooptarlo, sin darse cuenta de que al plegarse a muchos de sus

planteamientos más burdos en el fondo sólo lograba convertirse en su rehén. Hoy una victoria republicana en las urnas es inimaginable sin el

apoyo o al menos el consentimiento de este grupo, y es tal su influencia que ya domina casi por completo la agenda republicana en el

congreso estadounidense.

Prueba de ello es el fiasco provocado por la autorización para elevar el techo de endeudamiento, que tuvo a Wall Street y a los mercados

internacionales con el alma de un hilo, ocasionó la baja de la calificación crediticia de EU y de paso frenó un poco más todavía la recuperación.

En esas manos están hoy los republicanos. Como para ponerse a temblar…

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