American Decision Making

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Estados Unidos y la toma de decisiones

Los llamados “triángulos de hierro” son la mejor manera de obtener representatividad política

ALFREDO TORO HARDY | EL UNIVERSAL

jueves 22 de diciembre de 2011 12:00 AM

En un país caracterizado por la dispersión del poder político, como lo es Estados Unidos, la mejor manera de obtener representatividad política es a través de la confluencia de intereses diversos. Los llamados “triángulos de hierro” constituyen la mayor expresión de ese fenómeno pues allí se mezclan una agencia federal con poderes regulatorios, un comité o subcomité del Congreso y un grupo de presión. En dicho triángulo la agencia regula una determinada actividad económica, el comité congresional se encarga de aprobar los fondos y de supervisar la actividad de dicha agencia y el grupo de presión -que encarna a los intereses económicos regulados- financia las carreras de los legisladores que integran el comité. Allí todos le rascan la espalda al otro en una perfecta armonía de intereses creados. No en balde 80% de los norteamericanos encuestados por el Programa de Actitudes Políticas, consideró que su sistema político está controlado por una minoría extremadamente poderosa que sólo vela por sus intereses (A. Huffington, Third World America, New York, 2010). El proceso de toma de decisiones dentro de los triángulos de hierro suele resultar expedito en la medida en que todos persiguen lo mismo.

Desde luego dichos triángulos requieren de la opacidad para funcionar. En asuntos de interés nacional, cuando los reflectores entran en escena, las cosas cambian. Allí los participantes son la Casa Blanca y las cámaras del Congreso. En tales casos el proceso se invierte y el bloqueo en la toma de decisiones puede hacerse sentir a cada esquina. En la medida en que el sistema político norteamericano fue diseñado para propiciar un condominio entre poderes contrapuestos, que se limitan entre sí, la cooperación entre los actores involucrados resulta decisiva. Mientras el centro del espectro político prevalecía sobre los extremos, dicha cooperación resultaba factible y la maquinaria institucional podía operar por vía de compromisos. Sin embargo en casos de polarización política, como la que prevalece en dicho país desde hace ya muchos años, la maquinaria se entraba. Sólo cuando un mismo partido detenta el control de la Casa Blanca y de la mayoría de ambas cámaras puede accederse de nuevo a un condominio funcional de poderes apto para hacer fluir la toma de decisiones. Sin embargo con amplia frecuencia ese no es el caso. Durante los ocho años de Reagan y los cuatro del primer Bush ello no ocurrió, como tampoco durante seis de los ocho años de Clinton, dos de los ocho años del segundo Bush o uno de los tres de Obama.

Como lo demostró el caso de las negociaciones para aumentar el techo de la deuda fiscal, hace algunos meses, la capacidad para producir resultados de la que dispone el sistema puede desaparecer casi por completo. En dicho caso la irracionalidad política llegó a opacar a la irracionalidad fiscal y económica que trataba de enfrentar. ¿Cómo puede una superpotencia aspirar a mantener tal condición cuando su proceso de toma de decisiones políticas oscila entre la fluidez, cuando los que están en juego son los intereses creados, y el bloqueo casi absoluto cuando se trata de temas de interés nacional?

altohar@hotmail.com

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