Strange Demands from the United States

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Estados Unidos, poca duda cabe, tiene un modo de actuar muchas veces inesperado y difícil de comprender, según la lógica de otros países. Es el caso de las exigencias que la semana pasada puso a Guatemala para que en el 2013 el congreso estadounidense considere la solicitud de restablecer el financiamiento y la ayuda al ejército guatemalteco, suspendidas desde hace 44 años, en el ahora tan lejano año de 1977.

La principal característica que debe llenar toda exigencia es que no acatarla por quien la recibe, aunque no alcance la categoría de amenaza, traerá problemas serios, talvez irresolubles. Pero ello tiene nulas posibilidades de realizarse si se refiere a una decisión unilateral, en este caso estadounidense, tomada hace cinco lustros y que no tuvo en la práctica ninguna consecuencia real. Por eso, dentro de la lógica guatemalteca, la respuesta es fácil: dejar las cosas como han estado tanto tiempo.

La relación castrense entre Guatemala y Estados Unidos quedó cerrada a consecuencia de la violación de derechos humanos por los militares guatemaltecos. Era el tiempo de la Guerra Fría, no había caído el Muro de Berlín, Centroamérica era el frente de batalla de grupos guerrilleros en confrontación contra gobiernos del área, y la ayuda cubano-soviética era innegable y efectiva. Entonces, la decisión podía ser válidamente considerada efectiva.

Pero el Ejército de Guatemala obtuvo armas y entrenamiento en otros países, cercanos políticamente a Estados Unidos. La guerra interna siguió, se derrumbó el socialismo, se terminó la Guerra Fría, hace 15 años llegaron los acuerdos de paz y nadie parecía recordar la ausencia de la presencia militar estadounidense. El país tiene ahora problemas distintos, con mayor seriedad, a causa de los cambios habidos en el mundo, pero sobre todo a la penetración del narcotráfico y sus caudas de violencia, corrupción y control de terreno.

Varias exigencias estadounidenses ya están siendo cumplidas y, como tema relacionado, en las últimas semanas han ocurrido acciones para llevar a juicio a altos oficiales militares de esas épocas, con la respuesta del llamado a que sean también juzgados los dirigentes guerrilleros cuyas órdenes provocaron también violencia y asesinatos. Todo con el factor adicional que el Ministerio Público y su dirigencia actual tiene el evidente apoyo estadounidense, y que es imposible para nadie justificar el juicio y castigo solo para uno de los bandos, por lo que tal exigencia debe abarcarlos a ambos.

La exigencia estadounidense es aun menos comprensible cuando no se refiere a finalizar el embargo castrense, sino solo a considerar esa posibilidad. La realidad actual indica que los ejércitos de la zona deben participar activamente en la lucha contra el narcotráfico. Y en ese tema, para el interés estadounidense es vital que este no se afiance aún más. Buena parte de la guerra interna de Guatemala se debió a su cercanía con la unión americana; no tiene lógica que haya una segunda confrontación por el mismo motivo. En suma: ahora, Estados Unidos es el más interesado en un ejército guatemalteco mejor armado y efectivo.

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