An Ungrateful Immigrant

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Un inmigrante malagradecido

Supermán llega a la Tierra en una nave espacial procedente del lejano planeta Krypton, que estalla tras su partida, en el año de 1932, cuando la historieta creada por Jerry Siegel apareció por primera vez. Se trata, por tanto, de un personaje longevo, que ronda ya los 80 años, pero que, gracias a la magia que ilumina a los héroes de ficción, se mantiene siempre en plena juventud, sin riesgo alguno de envejecer o de morir.

En muchos sentidos ha encarnado los proclamados valores de los Estados Unidos, y la lucha por la justicia, la democracia y la libertad. Otros dirán que ha representado al sistema y defendido sus valores conservadores. Un inmigrante leal y un ejemplo ideal para la juventud; no fuma, no bebe, no consume drogas, es monógamo; la inefable Sarah Palin, antigua reina de belleza de Alaska, y cualquiera de los halcones del Tea Party encontraban en él al cabal representante de los Estados Unidos tradicionales. Ya no más.

Este año, en el número 900 de la revista donde aparecen sus aventuras, Supermán declara, decepcionado, que está harto de ser utilizado como instrumento político, y se prepara para anunciar, delante de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que renuncia a la ciudadanía de los Estados Unidos. Según sus palabras, escritas en el globito respectivo, “la verdad, la justicia y el estilo de la vida americano ya no son suficientes”. Así se lo expone al Consejero Nacional de Seguridad de la Casa Blanca.

Los tiempos han cambiado. Supermán pertenece ya a la era global. “El mundo es demasiado pequeño y está demasiado conectado”, dice. Se ha hecho presente en una manifestación en contra del régimen de Irán en la plaza Azadi, de Teherán, a la que concurren un millón de personas; los ayatolás consideran su presencia una agresión de parte de Estados Unidos, y el Departamento de Estado no la ve conveniente por razones diplomáticas. Él no quiere que se lo identifique con el gobierno de turno en Washington.

La derecha ultraconservadora de los Estados Unidos se lo ha tomado en serio. Mike Huckabee, aspirante a la candidatura presidencial del Partido Republicano, declaró a la cadena Fox de televisión que no se trata de un asunto banal. “Es preocupante que Supermán, que siempre ha sido un ícono estadounidense, ahora diga que no será más un ciudadano estadounidense. Eso forma parte de una tendencia mayor en la que los estadounidenses prácticamente piden disculpas por pertenecer a este país”.

Otra vocera de la línea dura republicana, Angie Meyer, afirmó, siempre en la cadena Fox, que este gesto tan poco noble de Supermán representa una absoluta falta de patriotismo y respeto para el país que un día le dio acogida, y una “inquietante metáfora del actual estatus económico y de poder que tiene el país en el mundo”. Es decir, un país debilitado en la credibilidad de su poderío militar y económico, al que el traidor y malagradecido Supermán prefiere renunciar. Y en el blog del Tea Party se lee textualmente: “Supermán ahora dice que renuncia a su ciudadanía estadounidense y que será solamente ciudadano del mundo. Es muy socialista de parte de Supermán eso de querer un mundo socialista con gente como Obama timoneando este movimiento”.

Obama. Sus furibundos adversarios lo consideran igualmente un personaje de historieta, y nunca han perdonado que un ciudadano de raza negra, y por eso tan alienígena como Supermán, tal si igualmente hubiera llegado de las galaxias donde explotó el planeta Krypton, se haya colado en la Casa Blanca. Ahora quieren exigirle que pruebe que efectivamente nació en los Estados Unidos, y no en Kenya, si quiere ser candidato otra vez. Es decir, que no nació en Krypton.

El enemigo más acérrimo de Supermán se llama Lex Luthor, capaz de las más malvadas artimañas. Un candidato perfecto para oponerlo a Obama en las próximas elecciones presidenciales.

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