Los políticos no miden las consecuencias de sus actos. Esto es una gran verdad tanto en China… como en Estados Unidos. La última novedad que permite reconfirmar esta gran verdad ocurrió en Washington.
Este don preciado para la humanidad ha sido puesto en entredicho en el Congreso de la Unión Americana, desde donde se ha pretendido aprobar una ley de alcance mundial y que perjudica el funcionamiento de la web.
Con la citada normativa se pretendía, o se pretende, imponer una serie de restricciones a la libertad en la red cibernética. Por ahora, la polémica iniciativa ha sido congelada, pero no está muerta.
La intención es reactivarla en el momento en que se alcance un consenso y se unifiquen criterios para su aprobación. La denominada SOPA (Stop Online Piracy Act) fue retirada del Congreso por el senador republicano, Lamar Smith, principal impulsor, luego de que desatara una furibunda polémica.
Llama la atención que haya sido uno de los republicanos, en teoría opuestos a la intervención del Estado en la vida privada, el creador de semejante iniciativa, con la cual se busca cerrar cualquier sitio en la web al haber un indicio de que esté involucrado en actos de violación de los derechos de propiedad intelectual.
Lo grave es que de aprobarse, al amparo de SOPA se puede exterminar un sitio por el sólo hecho de tener material con derechos de autor, sin que la empresa perjudicada tenga alguna incidencia en la acción, como sucede a menudo con Youtube (u otros), en los cuales gente ajena a la corporación sube los contenidos. A ojos de los expertos, esto es un bloqueo total a la libertad de expresión.
La SOPA no viene sola. De compañía tiene a la PIPA (Protect IP Act), otro proyecto de ley que permite que las compañías con patentes o licencias puedan impedir el paso de usuarios hacia páginas de Internet en que pueda haber contenido con licencias de uso (Intellectual Property). También está bajo la mirada iracunda de quienes defienden la libertad de expresión.
Las iniciativas adquirieron carácteres dramáticos. Tanto así que los gigantes de Internet como Google, Wikipedia, Yahoo!, Twitter y Facebook se mostraron en contra de las eventuales normativas.
La propuesta ya no se someterá a votación el 24 de enero como se tenía previsto, Las presiones procedentes de la Casa Blanca tuvieron sus resultados. Washington también encontró contraproducente la ley y afirmó que la piratería online es un problema que requiere una seria respuesta legal, pero que no respaldará una reducción de la libertad de expresión.
Como se ve, ni en la Presidencia de Barack Obama están dispuestos a tragarse una envenenada SOPA.
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