Mitt Romney: ¿el próximo presidente de Estados Unidos?
Freddy Castillo B.* | Opinión
Cuando todavía no figuraba en los titulares mundiales el nombre del republicano Mitt Romney apareció en varias páginas que la ley S.O.P.A. no quería que viéramos, y lo daban como el seguro ganador de los comicios presidenciales a celebrarse en noviembre de 2012.
El por qué de tanta seguridad era expuesto concisamente en esas mismas páginas (Weekly Geo-political News and Analysis): “Los propietarios de la “Corporación de Washington D. C” han decidido que Mitt Romney será el nuevo presidente de los Estados Unidos… La maquinaria de propaganda de los medios corporativos empresariales también tomaron ya su decisión”.
Motivado por la inquietud me sentí impelido de hacer un experimento a futuro para que juntos, queridos lectores, podamos comprobar en una probeta más cercana lo que siempre hemos oído: En Estados Unidos el que elige los presidentes es Wall Street. El resto es espectáculo. Debates, encuestas subidas y bajadas, escándalos, dimes y diretes que le dan al pueblo la sensación de que son ellos quienes en realidad están eligiendo con su voto.
El relato estaría incompleto si no se detallara el entorno en que se están tomando estas decisiones. Según esas mismas páginas, en estos momentos se está librando una encarnizada y silenciosa batalla entre Wall Street y una emergente y poderosa organización que le adversa.
Me pregunté -en el caso de que esto fuese cierto- ¿por qué Wall Street se vio forzado a entrar en negociaciones con esa organización misteriosa? La respuesta la encontré en esas mismas páginas: un equipo “top hacker” entró a varias cuentas bancarias y secuestró cantidades inimaginables de dólares que estaban a nombre de miembros del llamado “Comité de los 300” (también llamado Club Bilderberg), cuyos documentos se exhiben firmados nada menos que por la misma Reina Isabel de Inglaterra.
Entre las demandas exigidas por los “hackers”, se dice, está una auditoría de cuentas reales y la eliminación de todos los fondos fraudulentos del sistema; emisión de dólares controlados por el Congreso norteamericano y no por la Reserva Federal (la cual es privada) -esos dólares tendrán un valor diferenciado de los dólares que actualmente están en circulación en los mercados internacionales-, apertura del proyecto llamado “Área 51” y otros proyectos secretos similares; liberación de seis mil patentes de inventos que han sido bloqueados por las transnacionales del crudo, entre ellos la producción de “energía libre”.
En este asunto también se menciona la unificación de las dos Coreas para una posterior fusión con Japón. En tanto, los Emiratos Árabes y Arabia Saudita estarían enfilando su producción petrolera con miras a China y hacia ciertas transacciones con Yuanes Renminbi (dada la inestabilidad del dólar). Grecia le habría dejado claro a EU que no le pagaría nada a Goldman Sachs. Estados Unidos reestructuraría su deuda con Japón y pagaría el 90% en oro procedente de las Filipinas. Además, hay un grupo de 127 naciones, llamado “el grupo de Mónaco”, que está trabajando en una propuesta para establecer nuevas instituciones financieras que rijan la economía mundial. Por su lado, el cartel anunció que Mitt Romney será el próximo presidente de EU y que no aceptará interferencias al respecto.
Romney fue gobernador de Masachusset y desde ya los medios de comunicación de Wall Street lo dan como el favorito para enfrentar a Barack Obama. El ex gobernador se codea con los miembros de la llamada “línea dura” del partido, que se caracterizan por sus políticas anti-inmigrantes y racistas.
De cualquiera manera, las supuestas negociaciones entre el “cartel de Washington” y quienes le adversan, son un pleito de elefantes, en los que la grama (nosotros) podríamos salir lastimados si no estamos vigilantes. Está por verse en los próximos meses el desarrollo de esta trama.
Este es el experimento que les propongo, queridos lectores: encerremos todos estos datos en una cápsula de tiempo y observemos los acontecimientos. Si el nombre de Romney va “ganando” en las encuestas ya sabremos por qué.
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