WASHINGTON.- Algo ha cambiado desde que, años atrás, la amenaza nuclear de Irán se convirtió en cuestión prioritaria para la seguridad de este país. Ahora, por primera vez en años, se habla abiertamente de la posibilidad de un ataque aéreo de Israel sobre ese territorio, aunque sea para desmentirlo, una muestra de la inquietud de Washington con esa tensión crece día a día.
“No creo [que Israel] haya llegado a una decisión” sobre una ofensiva, dijo ayer el secretario de Defensa, Leon Panetta, al exponer ante senadores que lo presionaron al respecto.
No es la primera vez que el tema emerge en la cúpula del poder en esta capital. El pasado día 5, el presidente Barack Obama había usado similar fórmula, casi con las mismas palabras. “No creo que Israel haya llegado a una decisión sobre lo que necesita hacer. Trabajaremos juntos con miras a solucionar esto, esperemos, por la vía diplomática”, dijo el líder demócrata.
La escalada verbal cabalga sobre un cóctel peligroso: la belicosidad verbal de Teherán -que llama a terminar con Israel- y el temor de Tel Aviv a un Irán nuclear.
Israel afirma que Irán está al borde de contar con armas nucleares transportables y que pronto ingresará en la “zona de inmunidad” que hará imposible volver para atrás la posibilidad de que cuente con esa tecnología bélica.
Aun así, son pocos los que aquí imaginan que Israel dé el paso sin el consentimiento de Washington, ya que, pese a la escasa simpatía que se prodigan Obama y el premier Benjamin Netanyahu, son aliados de años.
Pero, en medio del inquietante movimiento de tropas, la duda central apunta a determinar hasta qué punto una acción militar de Israel es inminente (aquí se conjetura abiertamente con una fecha entre abril y junio). Del mismo modo, se cuestiona si militarmente está en condiciones de llevarla adelante aun en forma unilateral.
Para el segundo de los interrogantes -la posición que podría adoptar Estados Unidos al respecto-, Ronen Bergman, analista en cuestiones de Medio Oriente para The New York Times, aseguró desde sus páginas que, por primera vez en la historia, Tel Aviv se siente en condiciones de llevar adelante por sí mismo una acción de ese tipo. La nota lleva por título el sugerente “¿Atacará Israel a Irán?”
Obama confía en sanciones para obligar a Irán a aceptar un acuerdo que le impida el desarrollo de armas nucleares. Pero el propio Obama, que en noviembre luchará por su reelección, afirma que “todas las opciones están siendo consideradas”.
Por lo pronto, se sabe que tanto Washington como la Unión Europea preparan sanciones económicas “sin precedente” contra Teherán, de acuerdo con lo que trascendió ayer en la Casa Blanca.
Lo que el gobierno de Obama quiere es trabar la posibilidad de que Irán cobre por sus exportaciones de crudo al exterior, lo que generaría un serio ahogo financiero al régimen de Mahmoud Ahmadinejad.
La medida podría sugerir que Estados Unidos y Europa intentan acelerar los resultados de las sanciones impuestas al régimen de Teherán para que vuelva a reanudar las negociaciones nucleares o frene el enriquecimiento de uranio con miras a fabricar ojivas atómicas, antes que emprender acciones militares.
La retórica del ataque despierta ecos de alarma. “Una intervención militar contra Irán por el desarrollo de planes nucleares podría tener consecuencias incalculables para la región y para la paz del mundo”, clamó ayer, por caso, el canciller francés Alain Juppé. El diplomático llamó a hacer “todos los esfuerzos posibles” por evitar una acción de ese tipo.
En medios locales se analiza, incluso, el efecto que un eventual ataque israelí sobre blancos iraníes podría tener en la campaña electoral con la que Obama aspira a la reelección en noviembre próximo.
“Obviamente, una acción de ese tipo dominaría el discurso político. Hay que ver si eso favorece la imagen de Obama, como un presidente fuerte, o si la debilita, con una suba del petróleo que termine por minar sus esfuerzos para reactivar la economía”, fue la cruda síntesis que, ante LA NACION, efectuó un asesor legislativo republicano.
Paralelamente a la escalada verbal, comienzan a trascender inquietantes movimientos de tropas. Al anuncio de Teherán de ejercicios militares en las adyacencias del estrecho de Ormuz se contrapuso el envío de navíos de los Estados Unidos hacia la misma zona.
La radio pública norteamericana confirmó ayer la presencia del portaaviones Abraham Lincoln en la zona del estrecho, sin que eso haya generado la anunciada represalia militar de Irán. El régimen de Ahmadinejad había amenazado con cerrar el estrecho, por el que pasa un tercio del comercio de crudo por vía marítima, si volvía a ver por allí un buque de guerra norteamericano.
“Si se escucha la retórica [iraní], se podría pensar que hay algunas tensiones”, dijo el almirante Troy Shoemaker, a bordo de la nave.
Considerado poco menos que una ciudad flotante, con su dotación de 5000 efectivos, el Lincoln es conocido en nuestro país por haber participado, años atrás, en ejercicios militares con la Armada, según dijeron ayer a LA NACION fuentes locales.
If Bibi is dumb enough to do this, Obama should come up with a noble excuse to stay out of it and assure his American audience (i.e., the Z-lobbies) that Israel is capable of handling it on its own — thanks, of course, to America’s generous annual gifts of cash and war toys.