Un día como hoy, hace cincuenta años, el oficial de la Infantería de Marina John Glenn, con una vestimenta y casco similares a los de su servicio como piloto de guerra, se introdujo en una pequeña cápsula y se convirtió en el primer estadounidense que orbitó la Tierra.
Estados Unidos conmemora, con una serie de actos y homenajes, la gesta de John Glenn, quien a sus 90 años asistirá esta noche a una cena en su honor, en la Universidad del Estado de Ohio, y participará en un chat con los tripulantes de la Estación Espacial Internacional, según informó la NASA.
“Es sorprendente cómo la gente ha mantenido por tanto tiempo su interés en aquellos primeros vuelos”, dijo Glenn al iniciarse el viernes pasado las conmemoraciones de aquella gesta.
“En este país nos acostumbramos rápido a lo que es nuevo, ya sea en aparatos o automóviles, lo que sea”. “Por eso me sorprende que una y otra vez la atención se torne a aquellas primeras misiones”, añadió Glenn.
La razón estriba, sin duda, en el significado patriótico de su vuelo. Glenn, excombatiente de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra de Corea, restauró en pocas horas el orgullo de Estados Unidos, herido por la delantera que la Unión Soviética (URSS) había ganado en los primeros compases de la carrera espacial.
La cápsula Friendship 7, de 1.225 kilogramos y con el tamaño de un “escarabajo” Volkswagen, partió de Cabo Cañaveral, en Florida, impulsada por un cohete Mercury-Atlas y completó tres órbitas, con un apogeo de 265 kilómetros en cuatro horas, 55 minutos y 20 segundos.
Tras reingresar en la atmósfera terrestre, la cápsula cayó al océano Atlántico y fue recogida por el buque de guerra Noa.6.
Para cuando se abrió la escotilla, Glenn, con su sonrisa amplia y su coraje, había ganado una de las batallas más importantes de la Guerra Fría: la imagen.
En 1962 Estados Unidos y la Unión Soviética pujaban por la hegemonía planetaria y, recién salidos de una confrontación por el bloqueo soviético a Berlín, se encaminaban a otro enfrentamiento aún mucho más peligroso con la presencia de misiles balísticos soviéticos en Cuba.
En la competencia espacial, la URSS había dado el primer salto cuando el 4 de octubre de 1957 un artefacto metálico de 86 kilogramos inició la primera de unas 1.440 órbitas. Durante tres meses, el aparatito siguió enviando sus “bip bip” desde el espacio y los estadounidenses se sintieron humillados.
Soviéticos y estadounidenses compitieron enviando cápsulas al espacio, en muchos casos con animales que pagaron con sus vidas la ambición humana.
A eso siguieron los verdaderos pioneros humanos más allá de la atmósfera: el 12 de abril de 1962 el piloto de guerra soviético Yuri Gagarin, abordo de una cápsula Vostok, completó una órbita de la Tierra.
Estados Unidos aceleró su esfuerzo espacial y envió a dos de sus hombres, Alan Shepard y Gus Grissom, en sendas misiones que no completaron órbitas sino que consistieron en ascensos más allá de la atmósfera y rápidos retornos a tierra.
El 6 de agosto, otro salto adelante de los soviéticos: el oficial de la fuerza aérea Gherman Titov, abordo de una cápsula Vostok, orbitó la Tierra 17 veces y fue el primer humano que demostró que se puede permanecer más de un día en el espacio.
Titov, de apenas 26 años de edad entonces y hasta ahora el humano más joven que ha ido al espacio, fue el primer cosmonauta que pilotó directamente una nave espacial y tomó las primeras fotos, manualmente, desde órbita.
En ese contexto fue en el que Glenn se convirtió, en palabras del novelista Tom Wolfe, en “el último auténtico héroe nacional que ha tenido Estados Unidos”.
La competencia espacial entre la URSS y Estados Unidos siguió su rumbo esquizofrénico por otras tres décadas, desde los satélites de espionaje y los planes para la instalación de armamento hasta la cooperación en laboratorios orbitales y los encuentros de cápsulas y astronautas de ambos países cerca del cielo.
Glenn pasó de su carrera militar y de astronauta a la de político y por 25 años fue senador de Ohio en el Congreso de Estados Unidos.
En octubre de 1998 Glenn volvió a ser pionero: a los 77 años de edad se convirtió en el humano más anciano que haya ido al espacio durante una misión a bordo del transbordador espacial Discovery, durante la cual fue sujeto de estudios sobre el efecto de las travesías extraterrestres en el cuerpo envejecido.
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