Radical Republicans and Statehood

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Las primarias del Partido Republicano en Estados Unidos dramatizan la radicalización de sus candidatos a la presidencia del país y su desconexión con la realidad y las tendencias de la globalización y la revolución informática en el siglo XXI.

La obsesión por el poder y el oportunismo llegan a su máxima expresión con la candidatura de Mitt Romney, cuyas posiciones cambian según soplen los vientos.

Romney ha asumido por lo menos tres posiciones distintas sobre la ayuda del Gobierno a la industria automotriz, una de las cuales fue que éste debió haber permitido que la industria se desplomara.

Opina que el Gobierno no debe crear empleos, pero ignora el significativo aumento de empleos producido por el Departamento de Defensa.

Irónicamente, Romney ahora ataca el plan universal de salud para el cual el presidente Barack Obama utilizó de modelo el mismo plan que este exgobernador de Massachussets implementó en ese estado.

Los republicanos radicales están secuestrados por los intereses del petróleo y el carbón e ignoran que la próxima gran industria mundial es la de la energía limpia y eficiente. Estos radicales olvidan que fueron los presidentes republicanos conservadores Richard Nixon y George H. W. Bush quienes crearon la EPA (Environmental Protection Agency) y el primer sistema de tope y trueque, (“cap-and-trade deal”) para controlar la lluvia ácida (“acid rain”).

En cuanto a política exterior sobre Oriente Medio, su ambición por los votos de los judíos estadounidenses los lleva al punto de someter nuevas ideas como la promovida por Romney, de trasladar la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén, y a Newt Gingrich a sugerir que los palestinos no existen y, por lo tanto, no son una nación con derecho a constituirse como estado.

Otro candidato que ha ganado varias primarias es Rick Santorum. Este destacó recientemente que la alarma sobre el calentamiento global es un engaño de la izquierda estadounidense para aumentar el control del Gobierno en las vidas de los ciudadanos.

El candidato Ron Paul, a quien se le acusa de racista, catalogó la Guerra Civil y la Ley de Derechos Civiles como errores.

Siguiendo el patrón de improvisación y oportunismo, durante las primarias de Florida los cuatro finalistas (Romney, Gingrich, Santorum y Paul) se comprometieron a respaldar la estadidad para Puerto Rico, de ser la fórmula ganadora en el plebiscito de noviembre.

Esto resulta una posibilidad real ante la desatinada posición del Partido Popular Democrático de participar en el plebiscito pidiendo un voto por la continuación de la colonia.

Los candidatos republicanos, al igual que anteriormente los presidentes Gerald Ford, Ronald Reagan y George H. W. Bush, utilizan el status político de Puerto Rico como una ficha en sus estrategias electoreras. Sin embargo, saben que un proyecto de estadidad para Puerto Rico, antes de que reciba la aprobación de ellos, debe recibir la del poderoso Senado de Estados Unidos, el cual es uno de los cuerpos gubernamentales menos democráticos que existen (un senador de California, representante de 37 millones de ciudadanos, tiene el mismo poder que el senador de Wyoming, representante de medio millón).

Un senador tiene el poder de detener cualquier legislación y sus actuaciones pueden ser extrañas, como la del senador John McCain, quien, representando a Arizona, uno de los diez estados donde reside más del 90% de la población hispana, y a pesar de la petición del gobernador Luis Fortuño, votó en contra del nombramiento de la primera hispana al Tribunal Supremo, Sonia Sotomayor.

Los candidatos saben que la estadidad no es un derecho para un territorio no incorporado, sino una invitación. Ellos saben que la estadidad está disponible para todos los puertorriqueños que se reubiquen, pero no para el territorio no incorporado de Puerto Rico.

Sólo el oportunismo electoral no les permite decir la verdad que ellos conocen.

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