With the Money …

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Los candidatos mexicanos andan como gallinas sin cabeza. Los de Estados Unidos andan con ganas de cortarle la cabeza a Obama. La veda electoral mexicana es una aberración democrática. En Estados Unidos, en otra aberración, las nuevas reglas han propiciado que los procesos electorales dependan del acopio de fondos millonarios. Más importantes que los votos son las recaudaciones. Los republicanos que buscan la nominación en las primarias tienen como objetivo encontrar al candidato que sea capaz de derrotar a Obama, como diría la Cocoa Calderón: a billetazo limpio. El presidente Obama, por su parte, dispone de recursos de todo orden para mantenerse en el poder.

Contrasta el frenesí de los tiempos electorales estadunidenses con el recato y pudor mexicanos. En ese país, a partir de la experiencia del Watergate, en que se fijaron reglas de control muy estrictas para evitar que el dinero corrompiera los procesos electorales, se limitó durante décadas la aportación de individuos o grupos a cinco mil dólares por ciclo electoral por campaña.

La intención era evitar que las aportaciones se convirtieran en cohecho. Como la imposición de una regla es el mejor incentivo para violentarla, se simuló que los grupos de donantes no entregaban dinero a una campaña en lo particular, sino con diversos motivos amparados en la libertad de expresión. Así, por ejemplo, los republicanos gastaron millones en destruir a John Kerry, que compitió contra George W. Bush. Lo lograron.

En 2010, la Suprema Corte permitió en un asunto (Citizen United vs. Federal Election Commission) a las empresas y sindicatos efectuar gastos indiscriminadamente en las campañas. Esta decisión modificó una anterior de 2003 (McConnell vs. Federal Election Commission), en que se confirmaron las restricciones en el gasto de campañas a empresas y sindicatos. Las nuevas reglas han permitido que las elecciones primarias del Partido Republicano y la campaña de Obama hayan apoyado con millones de dólares a grupos políticos

—no a los comités de campaña ni a los candidatos en lo particular—, a los llamados “Super PACs” (Political Action Committee).

Estos Comités son teóricamente organizaciones apolíticas interesadas en temas específicos, que no están ligadas a los partidos políticos. Con base en el derecho a la libre expresión pueden recaudar fondos de manera ilimitada y gastarlos como les plazca políticamente.

El IFE estadunidense, denominado Comisión Federal Electoral, no ha podido ni podrá hacer nada para evitar esta nueva fase electoral en que no hay limitación al gasto electoral.

Los hombres más ricos y famosos del país han iniciado sus aportaciones a candidatos de su preferencia. El mismo Obama se ha visto beneficiado del criterio jurisprudencial de la Corte. Jeffrey Katzenberg, el conocido productor de películas animadas de Hollywood (Kung Fu Panda, Madagascar), nominado a varios Oscar y ganador de otros, entregó dos millones de dólares al Presidente.

Los Súper PACs son considerados ya las “alas de las campañas” y hay quienes piensan que son mucho más importantes que los comités de las campañas mismas.

En esta feria de los millones, el mismo presidente, que se había opuesto sistemáticamente a las nuevas reglas de gastos indiscriminados, dejó ya de desalentar gastos externos hechos a su favor. Ha pedido a los integrantes de su gabinete que se conviertan en recaudadores de fondos de su propio Súper PAC.

Veremos si el dinero recaudado por los republicanos es capaz de vencer el dinero recaudado por Obama. La elección de 2012 en EU dejará claro si los más ricos tienen la capacidad de comprar todo, incluyendo esta vez las elecciones. Como diría el clásico traducido: “with the money, dancing the dog”.

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