The United States and Drug Trafficking

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Estados Unidos y el narcotráfico

Crece el movimiento de mandatarios latinoamericanos que exigen de los Estados Unidos un cambio profundo en su estrategia de lucha contra el narcotráfico.

05/03/2012 00:01 , por Redacción LAVOZ

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Por primera vez, mandatarios de países latinoamericanos están conformando un frente común para exigir de los Estados Unidos un cambio profundo en su llamada “guerra contra el tráfico de drogas”, que, como sucedió con sus últimas guerras, se encamina hacia otro clamoroso fracaso.

Su estrategia de “prohibición a ultranza” sólo sirve para expandir el consumo de estupefacientes. Al parecer, sus estrategas olvidaron que en la década de 1920 otra prohibición a ultranza produjo el crecimiento metastásico de la mafia, hoy inextirpable del estilo de vida norteamericano. Y eso es lo que está sucediendo con las drogas.

Que ningún progreso lograron hasta ahora, lo revela con claridad el informe anual de su Departamento de Justicia sobre consumo y tráfico de drogas (National Drug Threat Assessment, 2011): “Los narcos –afirma– son comerciantes muy eficientes: no hay región de Estados Unidos sin disponibilidad de cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas. Son tan creativos y eficaces como el mejor sistema de correo del mundo”.

Si han creado esa gigantesca red de distribución, es porque existe una gigantesca red de consumo (según las Naciones Unidas, concentra el 37 por ciento del consumo mundial de coca). En sus inicios, la mafia creó también una red de contrabando y distribución de bebidas alcohólicas prohibidas y hoy es una de las mayores corporaciones económicas del país.

Los presidentes de Guatemala y El Salvador, Otto Pérez y Mauricio Funes, respectivamente, hicieron un llamado a los pueblos latinoamericanos para que se unan en sus esfuerzos tendientes a que los Estados Unidos revisen en profundidad su programa de lucha contra el tráfico de drogas. Los presidentes de Costa Rica, Laura Chinchilla, y de Colombia, Juan Manuel Santos, adhirieron a esa iniciativa. Santos se manifestó dispuesto a legalizar el consumo de marihuana y cocaína si eso permite “erradicar la violencia del narco”.

Y aún debe resonar en el Departamento de Estado la durísima recriminación del presidente de México, Felipe Calderón, quien afirmó que en su país se mata y se muere para que los estadounidenses puedan drogarse. Calderón fue, hasta fines del año anterior, el principal sostén de la estrategia de guerra total contra los carteles y en cuatro años pagó esa errada opción con más de 50 mil mejicanos asesinados: “¿Vamos a seguir poniendo nosotros tantos muertos porque ellos no sean capaces de discutir el problema?”.

Los estadounidenses también pagan un alto costo: las enfermedades, muertes y crímenes vinculados con las drogas cuestan 66.900 millones de dólares por año. Cada hombre, mujer y niño paga cerca de mil dólares anuales para cubrir gastos de atención médica innecesarios, servicio policial extra, accidentes automovilísticos, crímenes y productividad perdida como resultado del abuso de las sustancias prohibidas.

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