KONY 2012, Real Denunciation or a Business Based on Manipulation?

Edited by Derek Ha

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Los creadores del video más viral en la historia de Internet se defienden.

Es el video más viral de la historia de Internet. Y, desde sus primeros tres minutos -de los 30 que dura-, queda claro que ese es su objetivo. Por un lado, desde su frase inicial menciona directa y descaradamente al medio en el que espera difundir su mensaje: “Hoy hay más gente en Facebook que la que había en el planeta hace 200 años”. Por otro lado apela a “lo que todos tenemos en común”: a videos de YouTube que narran historias sencillas y enternecedoras, de esos que todos hemos visto y que a todos nos han conmovido.

Fue hecho por la ONG Invisible Children, un grupo de cineastas y realizadores audiovisuales que se dedican a visibilizar y ayudar a los menores víctimas del conflicto en Uganda, un país africano. Se trata de un llamado para detener al líder rebelde Joseph Kony, cabeza del Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por su sigla en inglés). Esta fuerza mantiene una lucha contra el gobierno de ese país con el objetivo de instalar un régimen teocrático. En medio de la guerra, el LRA ha asesinado, agredido sexualmente y reclutado a miles de niños y niñas. En el video, se cita un supuesto documento de la Corte Penal Internacional en el que Kony es calificado como el “peor criminal del mundo”.

¿Pero es el documental tan bueno y honesto como parece? Por supuesto, defiende una causa inobjetable. Además está bien realizado. Tiene factura, su ritmo es bueno y no carece de los momentos emotivos a los que Hollywood nos tiene tan bien acostumbrados: imágenes crudas, primeros planos, música de violines. Según el crítico de TV y columnista de El Tiempo Omar Rincón, “su narrativa de buenos y malos, héroes y villanos, con el tema de salvar a África, es muy efectiva”. Si uno tiene las defensas bajas, puede ser bastante convincente.

Pese a todo esto, uno de sus puntos débiles consiste en lo que algunos califican como un exceso de simplicidad. En una charla con ENTER.CO, Álvaro Duque, director académico de la maestría en periodismo de la Universidad del Rosario, lo criticó crudamente: “Vi el video, y como en el minuto 4 me aburrí. Lo que estaban mostrando ahí era un discurso edulcorado, para atraer tontos”. Por su parte, Rincón añade que la forma de presentar los contenidos “reduce todo el problema a un individuo, simplifica el mensaje”.

De hecho, la revista Foreign Policy resalta algunas de las inconsistencias del video con los hechos. “Joseph Kony no está en Uganda y no lo ha estado por seis años” -algo que no dice el narrador y solo se menciona de pasada, en un par de segundos-, “el LRA (¡afortunadamente!) no tiene 30.000 niños soldados (…). Esta cifra lúgubre, citada por Invisible Children en la película (y por otros), se refiere al total de niños secuestrados por el LRA durante casi 30 años”.

Esto es algo que no niega su realizador, Jason Russell. Según The New York Times, él,”reconoce que no ha hecho el más matizado o académico de los videos”. En el artículo el realizador admite que, “pudo haber reducido los problemas, pero eso era lo que tenía que hacer para cautivar a tantas personas”. Según afirma, la forma usual de tratar esa clase de asuntos no ha tenido el suficiente impacto: “Nadie quiere un aburrido documental sobre África. Quizás tenemos que hacerlo ‘pop’, tenemos que hacerlo ‘cool'”, dice.

La ONG admite que ese elemento ‘pop’ es una reacción a la indiferencia con la que, dice, se encontró en el pasado. “Hemos hecho 10 documentales antes que este, y los hemos mostrado en institutos y universidades desde 2006. (…) Trabajamos muy duro, hicimos todos esos videos y pusimos tanto esfuerzo en ellos, y consiguieron 3.000 visitas. Y entonces un video con un gato tirando de la cadena tiene 40 millones de visitas. (…) Esa fue la inspiración”, dice una declaración de Invisible Children publicada por el blog Trending Topics, de El País de Madrid.

¿Y el dinero?

También se ha cuestionado el manejo del dinero que Invisible Children ha recogido gracias al documental. En él, se exhorta a las personas a comprar un ‘kit’ de apoyo, que vale 30 dólares. Según le dijo Russell al Today Show de Estados Unidos, hasta el pasado 9 de marzo se habían vendido 500.000 de ellos. Pero, como señala El Tiempo, “han surgido detractores que señalan al estadounidense de enriquecerse con los dineros donados”.

The Guardian asegura que, “la mayoría del dinero que han conseguido ha sido gastado en los Estados Unidos”. Y el propio Jedidiah Jenkins, director de activismo de la ONG, afirmó en una entrevista que, “la verdad acerca de Invisible Children es que no somos una organización de ayuda, y no pretendemos serlo. Creo que la gente piensa que estamos por ahí llevando zapatos o comida. Pero somos una organización de activismo y sensibilización”.

El gerente de la ONG, Ben Keesey, se defendió de estos señalamientos en un video publicado el lunes. En él afirmó que es política de Invisible Children, “ser tan transparentes como sea posible” y negó que todo esto se trate de una fachada para permitirle al “equipo de administración volar y quedarse en en hoteles agradables.

El peligro de un meme

Con aparente ingenuidad, la misma ONG acepta que no tenía “ni idea de lo hambrienta que estaba la audiencia global de eso”. Pero según algunos críticos, el video está específicamente diseñado para manipular a las audiencias. Delia Rodríguez, de El País de Madrid, escribe que “está construido para activar cada resorte que hace saltar lo viral y que nos lo pasemos los unos a los otros”.

Pero, ¿por qué es tan popular? Duque plantea que, por una parte, “el mundo tiene una sensibilidad particular con quienes hacen uso indebido de los niños”; y, por otra parte dice que, “es un lavado de conciencia lo que ocurre allí: yo me siento contento comprando una manilla, así pienso que hago mi pequeña contribución”.

Por su parte, Rincón destaca el “excelente uso de la narrativa cinematográfica y televisiva” que hace el video. Además, asegura que, como comienzo de una acción más seria para solucionar el problema, Kony 2012 es un éxito inobjetable: “las redes sociales son una manera de ‘virusear’ una sociedad. Si la idea era poner hablar al mundo de un problema, lo logró”, afirma.

De cualquier manera, este es solo uno entre otros fenómenos similares que tendremos que ver en el futuro. Russell dice que lo ocurrido hasta ahora “es solo el comienzo” y a medida que haya más personas conectadas a Internet, el ‘mercado’ para esta clase de iniciativas solo crecerá.

Al mismo tiempo, habrá cada vez más riesgos de manipulación. Tal como se pregunta The Guardian, “¿qué pasaría si un video con antecedentes más siniestros obtuviera este tipo de impulso viral? Parece que el viejo dicho de que ‘una mentira puede darle la vuelta al mundo antes de que la verdad se ponga las botas’ está tomando una nueva y escalofriante sonoridad”.

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