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Posted on March 18, 2012.
La llegada este miércoles a Cuba del presidente colombiano Juan Manuel Santos con dos objetivos bien definidos en su agenda ha colocado en las primeras planas de muchos medios de comunicación lo que acontecerá en La Habana durante las próximas horas.
Santos ha venido a encontrarse en la capital cubana con el presidente venezolano Hugo Chávez-que se recupera en la Isla de una reciente intervención quirúrgica- para firmar anexos a un acuerdo comercial rubricado el pasado noviembre, pero la verdadera expectativa alrededor de su viaje está en las conversaciones que ha anunciado sostendrá tanto con Chávez como con el mandatario cubano, Raúl Castro, sobre la posible participación de Cuba en la llamada Cumbre de las Américas, prevista para abril próximo en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias.
Los cancilleres de los países miembros de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) -Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Antigua y Barbuda, y San Vicente y las Granadinas-, en un encuentro efectuado en La Habana el pasado 7 de febrero, acordaron “respaldar la participación plena de la hermana República de Cuba” en la reunión de Cartagena. Un planteamiento realizado en la Cumbre de esa organización en Caracas por el presidente Rafael Correa y apoyado por los demás mandatarios en el sentido de no acudir a dicha cita si Cuba no es invitada, había desatado un proceso de consultas por parte de la cancillería colombiana que el Consejo Político del ALBA acordó “observar con atención”.
Desde Washington, distintas personas, incluyendo a la Secretaria de Estado Hillary Clinton, han ratificado su oposición absoluta a la presencia cubana en la reunión de Cartagena. Las presiones norteamericanas colocan a Colombia -que debe decidir si invita o no a Cuba- en una posición muy difícil, porque por un lado quiere preservar su cercana relación con EE.UU. y por otro mantener la evolución positiva de sus vínculos con países como Venezuela y Ecuador, luego de que durante el mandato del presidente Álvaro Uribe se deterioraran profundamente sus relaciones con Caracas y Quito.
Es muy difícil para Colombia -aliado militar y económico de Washington- desafiar a Estados Unidos. Pero el gobierno colombiano sabe que tiene grandes oportunidades si acepta invitar a Cuba y evita quedar como un peón estadounidense. Ante la opinión pública nacional daría una imagen de soberanía e independencia que mucho lo fortalecería y en lo internacional alcanzaría un enorme prestigio, Santos quedaría en la historia como el presidente que intentó sentar en una misma mesa a David y Goliat. En cuanto a posibles represalias de Washington, los norteamericanos tendrían que ser muy torpes como para dañar sus relaciones con uno de los pocos aliados que le quedan en la región.
Por su parte, ante la situación creada, Estados Unidos sólo puede perder. Si Cuba asiste, tendría que aceptar la presencia incómoda de la voz disidente que lleva más de cincuenta años tratando de acallar pero que es cada vez más escuchada en el continente y cuya presencia sería el centro de la cita. Si Cuba no asiste pero van los países del ALBA, estos convertirán la Cumbre en una rebelión frente a la política de EE.UU. hacia la Isla que sería acompañada por muchas otras naciones que sostienen buenas relaciones con La Habana y condenan el bloqueo norteamericano. Si no van los países del ALBA, quedaría quebrado el foro que EE.UU trata de convertir en su principal espacio de interlocución con la región y con más razón el cuestionamiento de su política contra Cuba ocuparía el centro de la reunión. Si va Cuba y Barack Obama decide no asistir, sería el acta de defunción de las cumbres de Las Américas. En cualquiera de las cuatro situaciones se pondría en primer plano para Washington y el mundo que la obsesión estadounidense contra la Isla es el aspecto más rechazado hoy en toda América Latina.
Gracias a las ataduras electorales y la ausencia total de audacia política de Barack Obama el gobierno colombiano ha terminado siendo más libre que sus colegas de Washington. Al menos Santos puede venir a La Habana y conversar, Obama, por ahora, es sólo un espectador. Falta aún un mes y una semana para que comience la Cumbre de Cartagena de Indias pero ya se hace evidente para EE.UU. la definición que recientemente, a propósito de cumplirse cincuenta años del bloqueo, escribió un articulista de The Huffington Post: “Los aislados somos nosotros”.
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