America and Europe

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El imperialismo, en sus versiones estadounidense y europea, “no va en coche”. A las consecuencias adversas para su dominio provocadas por la oleada de cambios latino-caribeña presente y activa en los tres últimos lustros, se les suman las convulsiones sociales en algunos países de Europa Occidental (Islandia, Grecia, Portugal, Italia, España…) y la denominada “primavera árabe”

Ambos fenómenos, estremecedores de los controles imperiales, fueron precedidos de su empantanamiento en Irak y Afganistán y de agudas expresiones de crisis en su estrategia militar de conquista de territorios y riquezas, que no hay que dudar se les presenten en Libia después de romper sus pactos con Gadhafi, recurrir a la grotesca agresión de la OTAN, al genocidio desplegado y al horrendo asesinato del líder libio. Y más aún si intenta hacer lo mismo en Siria e Irán.

Los cambios en Egipto, Túnez, Yemen… derrotadas las respectivas dictaduras proestadounidenses, tienen diversos grados de mediatización y avances a consecuencia de los niveles de nacionalismos y/o de infiltración camuflajeada, así como de los componentes anti o pro-capitalistas, liberales o revolucionarios, y de la correlación de fuerzas dentro del conjunto que ha protagonizado las rebeldías multitudinarias en esos países; con el denominador común de la ausencia de una conducción estratégica de vanguardia y de la articulación de una red de líderes revolucionarios aglutinante y politizadora de los movimientos sociales de avanzada en dirección a la creación de poderes alternativos.

De todas maneras, lo cierto es que las potencias occidentales, y en particular EEUU, han perdido espacios férreamente controlados durante décadas y, sobre todo, la estabilidad de su dominio en importantes zonas estratégicas; al tiempo que crece la multipolaridad mundial junto a nuevas dificultades con potencias como Rusia y China, especialmente en lo relacionado con graves conflictos provocados en las zonas mencionadas, y se agrava la crisis crónica del capitalismo europeo y estadounidense.

Sucede con la “primavera árabe” y en las indignaciones masivas en Estados Unidos y en Europa –con la salvedad de que la mayoría de esas luchas no han generado gobiernos avanzados, dejando espacios a los recambios de derecha- algo parecido a lo acontecido en los últimos tres lustros en nuestra América: falta desarrollar más factores cualitativos, articuladores y conductores de las transiciones revolucionarias y de la construcción de los nuevos poderes a nivel de sociedad y Estado, en tanto conciencia y organización surgidas de las formidables experiencias acumuladas por la humanidad.

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