The Great Country

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Esta semana, Rafael Correa hizo pública una carta dirigida a Juan Manuel Santos, mandatario colombiano, en la que anunció su decisión de no asistir a ninguna Cumbre de las Américas, “hasta que no se tomen las decisiones que la Patria Grande nos exige”.

¿Qué es la Patria Grande? El término fue acuñado por Manuel Ugarte –pensador argentino que vivió durante la primera mitad del siglo pasado– para refrendar las ideas de José Martí y, sobre todo, de José Enrique Rodó, quienes imaginaron una única nación americana para quienes vivimos al sur del Río Grande.

La de Martí y la de Rodó fue una reacción política –pero sobre todo moral– ante la ola de avasallamiento que venía de EE.UU. y su teoría del ‘Gran garrote’, que justificaba la anexión de Texas, en 1847, y la guerra contra España, en 1898, para tomarse Cuba.

Había, pues, la necesidad de poner un límite al expansionismo yanqui y la mejor forma era construyendo una sociedad con valores propios y, sobre todo, distintos a los de la cultura anglosajona.

Fue así como nació‘Ariel’, un libro escrito por Rodó que describió al carácter latinoamericano como el personaje shakespeareano de ‘La Tempestad’, el genio del aire, el héroe sensible que solo se preocupa de las cuestiones del espíritu.

En contrapartida, el carácter anglosajón era –según Rodó– idéntico al de Calibán, otro personaje de ‘La Tempestad’, pero esta vez esclavo de sus apetitos carnales, con una sed insaciable por retribuciones materiales.

Esta dicotomía –la del latinoamericano sensible y espiritual versus la del gringo vulgar y desenfrenado– caló hondo en el inconsciente colectivo de la región. Aquella noción nos ha servido para interesarnos y cultivar más nuestra propia cultura, pero también nos ha llenado de prejuicios xenófobos.

El problema es que muchos pensadores y políticos latinoamericanos han llevado a tal extremo ese desprecio por la cultura anglosajona que también la han extendido hacia los principios republicanos y la democracia liberal sólo porque EE.UU. los practica.

El presidente Correa no irá a ninguna Cumbre de las Américas hasta que el Régimen castrista sea parte de la OEA. No le importa que se trate de una dictadura que lleva más de medio siglo en el poder, a un costo económico y social sin precedentes.

En la lógica del Mandatario ecuatoriano tal vez pese más que ese Gobierno autoritario se presente como uno de los pocos contradictores legítimos de EE.UU., aunque eso no sea cierto.

No es cierto porque ahora la hegemonía de los gringos se combate con comercio e inversión; con crecimiento económico y altas tasas de productividad. Ahora, la Patria Grande es el mundo entero, no un territorio aislado, volcado sobre sí mismo y prisionero del pasado.

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