Repsol, Amistad and the American Friend

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Posted on April 30, 2012.

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Al ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, le ha molestado la tibia actitud de Estados Unidos con respecto a la crisis hispano-argentina abierta con la expropiación de Repsol-YPF. A un servidor no le ha sorprendido para nada. Y, seguramente, tampoco a los analistas internacionales y al propio cuerpo diplomático español del que se supone que debe recabar asesoramiento. Más allá de que a mediados de los años ochenta del pasado siglo España empezase a disputar al omnipresente Estados Unidos los puestos altos del ranking de los socios comerciales e inversores de la mayoría de los países de América del Sur (lo que hace que la expropiación de Repsol provoque -ahí coincido con usted, Sr. ministro- un soterrado regocijo entre los yanquis), el jefe de nuestra diplomacia haría bien en repasar un poco las doctrinas geopolíticas vigentes desde hace muchos años (¡siglos!) en la zona.

El Sr. ministro puede acreditar en su currículum una indudable experiencia en materia de relaciones económicas con iberoamérica, de esto no tengo duda, pero de geopolítica… flojico, don José Manuel, flojico. Y eso es malo, porque a menudo la economía tiene razones que la geopolítica no entiende. Es normal que no lo vea: no lo ve nadie en su propio gobierno, empezando por su jefe de filas, el Sr. Rajoy: el PP está tan apasionada como equivocadamente entregado a la primera y tan alejado de la segunda que está desguazando la economía y la cohesión social española para pagar a nuestros acreedores-escualos todo lo que les debemos. Y “cagando leches”, oigan. De sentido de Estado, soberanía, intereses superiores… ¡vaya! Parece que esos términos quedan sólo para argentinos y otros indeseables.

Así que, mientras el PP expropia sin conmiseración el trabajo y el bienestar de los súbditos de Su borbónica Majestad para entregárselo a este puñado de simpáticos e influyentes financieros, se mesa las barbas porque una Barbie populista argentina con coraje pero con más morro que un porrón (dígase todo) le expropia a nuestra codiciosa multinacional -pero españolísima, muy nuestra- petrolera su negociete austral. ¿Será que para el PP España empieza y termina en los rascacielos donde se alojan nuestros ilustres emporios telefónicos, eléctricos, petroleros, bancarios y ladrilleros? Yo, visto lo visto, no lo descarto del todo.

Bueno, pero yo lo que quería decirle, o susurrarle al oído al ministro, es que desde 1823, aun con adaptaciones y actualizaciones, la política de Estados Unidos en el ámbito panamericano se enuncia con un sintético “América para los americanos”. Es la llamada Doctrina Monroe, aunque su verdadero padre fuese el presidente John Quincy Adams. ¿No se acuerda de él Sr. ministro? ¡Que sí, hombre!: era ese que interpretaba Anthony Hopkins en la película Amistad, sobre el apresamiento de un barco negrero español en aguas norteamericanas. ¡Si la historia le tiene que sonar!: unos honrados empresarios españoles del sector de la explotación despiadada de seres humanos pierden su cargamento de esclavos y la justicia estadounidense no sólo no les devuelve la “mercancía” retenida sino que libera a los africanos (vamos, una expropiación como otra cualquiera) con el mensaje a España de que deje de hacer sus cabronadas en el patio trasero gringo.

Ahí lo tiene, Sr. ministro: dos siglos después nos siguen mandando esta misma doctrina. Esto se estudia en primero de relaciones internacionales. Bueno, yo ya lo estudié en séptimo de la EGB, cuando las Humanidades todavía se enseñaban en la escuela como algo útil para la vida. Si usted también los tiene por casa, desempolve esos viejos libros de texto y empezará a comprender mejor al “amigo americano”. Y muchas más cosas más…

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