La Cumbre dejó muchas cosas buenas y otras menos buenas.
En general, para Colombia como país anfitrión dejó una imagen positiva de un país pujante, en desarrollo, en proceso de paz, que tiene gente amable y trabajadora. En cuanto a la cumbre, Colombia como país anfitrión tuvo sus contratiempos y en general dejó un sabor amargo. Las relaciones con los países de la Alba, que trataron de sabotear la cumbre, se deterioraron en conjunto, a pesar de que con los vecinos las relaciones son buenas. El problema de la cancelación de las reuniones bilaterales con Brasil es complejo, ¿hubo acaso un problema de agenda? O que la presidenta Rousseff se sintió porque Colombia escogió a Estados Unidos como su principal socio comercial y aliado, y Colombia fue víctima de la presión de estos dos rivales continentales también es verdad. Pero la realidad es que Brasil es necesario para nuestro país también. Los temas álgidos, como las Malvinas, Cuba y el debate sobre la droga, dejaron un sabor agridulce. Finalmente no se le puede servir a todos los señores.
Desde el punto de vista empresarial, la Cumbre de Empresarios fue un éxito y la clausura con la firma del TLC con Estados Unidos es de gran importancia para muchos. Se veía a muchos empresarios norteamericanos queriendo invertir en Colombia. La Cumbre Social fue también importante, pero hubo demasiados temas, mucha dialéctica y pocas conclusiones.
A Cartagena le dicen que tuvo el mejor alcalde de su historia en esos días: el presidente Obama. La ciudad estaba impecable aunque faltaba ese sabor caribeño de las ventas callejeras, de la música y la gente hablando. Sin embargo, es una ciudad ya ampliamente conocida y destino turístico importante. Todo esto tuvo su sombra negra por los señores del Servicio Secreto: que haya prostitución es una verdad, pero que la culpa sea de Cartagena es un absurdo. Recuerdo un poema de Sor Juana Inés de la Cruz: “Hombres necios que acusáis a la mujer, sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis; si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿por qué queréis que obre bien si la incitáis al mal?”. De ahí que me parecieron importantes las palabras de la señora canciller. Es necesario entonces que Cartagena y Colombia trabajen más en el tema de la prostitución, que es finalmente un tema relacionado con la pobreza.
En general, el resultado es bueno, pero Colombia tiene que reconstruir nuevamente algunas relaciones que quedaron con rupturas, especialmente con Brasil, que es igualmente un importante socio. El tema de la droga, de buscar una nueva política y una nueva visión, es fundamental, y es así como Colombia tiene una nueva agenda.
En cuanto a la región, se vio en la cumbre una región dividida, no sólo por formas de gobiernos de derecha o de izquierda, populistas o autoritarios, sino por su desarrollo económico y social, unos abiertos a la inversión y otros cerrados, unos más pobres y otros más ricos. Lo que queda claro es que como integrador o punto de encuentro regional, la cumbre además de costosa hay que repensarla.
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