Walmart, The Media, and Campaigns

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Si en el debate poselectoral de 2006 Walmart se deslindó de la promoción que sus accionistas de la familia Arango hacían en favor del triunfo del candidato presidencial panista Felipe Calderón, hoy podría ser la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, quien podría deslindarse de Walmart y de la promoción que hagan de ella sus accionistas.

Nada personal. En el curso de la polarización y las movilizaciones de AMLO contra todo lo que oliera a aval de la victoria de Calderón, el gigante comercial estadounidense dejó claro que no le convenía asociar su imagen a uno de los bandos. Sobre todo porque el bando contrario presionaba con marchas, plantones y una violencia verbal que llenaba de oprobio al candidato declarado triunfante y a quienes respaldaban o simplemente aceptaban el estrecho resultado electoral de 2006.

Hoy, a la inversa, en el estado actual de la campaña pancista, nada menos indicado que ver asociada a su candidata presidencial a una empresa sometida en EU a investigación penal y puesta a juicio en los primeros planos de los medios mexicanos, después de que el The New York Times colocó el domingo en su portada, y en la agenda global, las investigaciones judiciales estadounidenses. Este tema central de la agenda mexicana viene a ilustrar las evidencias de las relaciones determinantes de la comunicación con todas las formas de poder.

El poder de los medios

La primera evidencia es que tanto el poder de mercado en la economía como el poder político en el mercado de los votos se afianzan en procesos de comunicación tendientes a producir entornos favorables de opinión, a través de los medios, con miras al dominio de un espacio social. De allí el énfasis de 2006 del vicepresidente de Asuntos Corporativos de Walmart, Raúl Argüelles, en los “estrictos códigos de ética” en los que la empresa decía basar su “actitud de imparcialidad en el proceso electoral” mexicano. Y de aquí– de esta percepción de hoy de que no habrían funcionado aquellos estrictos códigos de ética, y de sus consecuencias– el brutal castigo de los mercados al valor de las acciones de la corporación, tanto en Wall Street como en la Bolsa Mexicana.

Una segunda evidencia es el poder de los medios como administradores de la reputación de los actores económicos, políticos y sociales. Bastó que el The New York Times decidiera que tenía elementos para dar este golpe a la reputación y a los entornos favorables construidos por Walmart en todo el mundo para que los medios mexicanos hicieran su parte en el juicio paralelo al de los tribunales de EU. Y ese poder de los medios de administrar la reputación de los demás se dirige ahora contra todos los actores mexicanos que pudieran estar relacionados no sólo con los sobornos bajo investigación en EU, sino con cualquier actividad de la empresa y de sus accionistas.

Campañas y control de daños

Y aquí estaría una tercera evidencia: con la administración de la reputación de los demás, los medios y los procesos de comunicación tienen la capacidad superior de asignar y restar poder, y eta se pone de manifiesto en el juego del pragmatismo del gran capital y su tendencia a apostar a las campañas de toda opción política con poder o expectativas reales de poder. Y aquí están nuestros medios ejerciendo su poder de administrar la reputación de los demás para dar o restar poder. Unos, los más, encuentran en la inacción del gobierno federal pancista ante los descubrimientos estadounidenses de corrupción mexicana las pruebas de la complicidad entre la empresa y las campañas del PAN. Otros ya descubrieron ligas familiares y de negocios de Walmart con el gobierno perredista del DF y también con sus campañas. E incluso no falta quien encuentra ligas con la campaña del PRI, porque una directiva de la corporación estadounidense acudió a un acto de campaña de Peña.

Pero para Walmart y sus contrapartes mexicanas es la hora del control de daños, no de erradicar las causas de la crisis. Hasta la siguiente.

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