US Ready for a New War

<--

Estados Unidos ya tiene una decisión tomada en lo que respecta al futuro de Siria, pero siempre, como de costumbre, aislado de los caminos estatuidos por la normativa de Derecho Internacional, destacando el quebrantamiento a los principios de la no injerencia y de la protección a la paz y seguridad internacional.

Recientemente la embajadora estadounidense ante el Consejo de Seguridad, Susan Rice, profirió: “Actuar fuera del Consejo de Seguridad de la ONU será la única solución en caso de que fracase el Plan de Kofi Annan y de diferencias en el organismo sobre la resolución de la crisis en Siria”.

La declaración de Rice revela las intenciones y los planes del país norteamericano, que se enrumban en dirección a una futura guerra Siria-Estados Unidos, que seguramente actuaría escudado en la Organización del Atlántico Norte; por tanto, la intervención extranjera está pronta a arribar al país de Oriente Medio, partiendo de lo afirmado por Rice, por dos razones fundamentales:

En primer lugar porque el plan de los seis puntos de Annan ya es un fracaso. Este entró en vigencia el pasado 12 de abril y sus resultados han quedado lejos de lo esperado. Al contrario, la oposición Siria y el Gobierno Central han intensificado sus enfrentamientos. Un claro ejemplo de la fallida paz fue la masacre en Houla, donde murieron 108 personas incluidas 34 mujeres y 49 niños.

El Plan de Annan es un instrumento para ahogar al gobernante Sirio; por un lado Estados Unidos es un promotor del Plan de Paz y al mismo tiempo vigila y dirige su fracaso, armando a la oposición Siria, con apoyo de Qatar y Arabia Saudita, con artefactos de guerra que llegan por las fronteras vecinas de Líbano, Iraq, y Turquía.

En segundo lugar, respecto a las diferencias en el Consejo de Seguridad, es altamente seguro que las posiciones no se flexibilizarán, en especial la de China y Rusia, que se han pronunciado de forma contundente en el sentido de no apoyar una resolución de condena contra Damasco.

La Cancillería rusa ha sido clara en oponerse a una salida forzada planeada desde el exterior de Bashar Al-Assad; además es ampliamente conocida la alianza militar entre Rusia y Siria, siendo el Kremlin un proveedor de armas del régimen.

Por su parte, China niega ser un obstáculo para resolver el conflicto en Siria, y destaca su papel en la promoción del fin de la crisis apoyando el acercamiento diplomático y la negociación.

Ser franco pasa por reconocer el papel represor de Al-Assad, y su corte dictatorial, pero al mismo tiempo hay que destacar que la lucha de los opositores sirios sería legítima si la revolución que exaltan fuera de los sirios y para los sirios.

Los principales actores de esta vaga revolución son terroristas que se convierten según los tiempos en amigos o enemigos de la política exterior estadounidense. Para Bush Al-Qaeda fue su principal enemigo, para Obama sus mejores amigos, a quienes ha armado para derrocar a Gaddafi hace unos meses y hoy para votar a Al-Assad.

La participación de Al Qaeda en la rebelión Siria no es una especulación; ha sido reconocida por Naciones Unidas en la persona de Ban Ki-Moon.

About this publication