Romney’s World Tour

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CIUDAD DE MEXICO. El virtual candidato republicano Mitt Romney está planeando una gira por Gran Bretaña, Alemania, Polonia e Israel para proyectar una imagen de experiencia en política exterior. Pero su itinerario contiene un gran error: debería empezar su gira aquí, en México.

Una visita a México no solo sería una señal de que no ha tirado la toalla en lo que respecta a los votantes hispanos, que según las encuestas están apoyando al presidente Barack Obama en un 63%, contra un 27% para Romney. También sería una señal de que Romney entiende que algunos de los mayores desafíos y las mayores oportunidades para Estados Unidos se encuentran en este país.

El próximo presidente estadounidense, sea Obama o Romney, disfrutará de una rara ventaja en lo que se refiere a las relaciones entre Estados Unidos y México: empezará su período de gobierno casi simultáneamente con el nuevo presidente mexicano, lo cual permitirá que ambas administraciones se embarquen en nuevas y más audaces iniciativas.

A juzgar por lo que he escuchado aquí de algunos de los principales colaboradores de Enrique Peña Nieto, el virtual ganador de las recientes elecciones mexicanas, el nuevo gobierno de México estará ansioso por aumentar el comercio bilateral con Washington, entre otras cosas participando en la iniciativa comercial propuesta por Estados Unidos conocida como la Alianza Trans-Pacífica, que crearía el bloque de libre comercio más grande del mundo en la cuenca del Pacífico.

México ya es el tercer socio comercial más importante de Estados Unidos, después de Canadá y China, comprando alrededor de $200,000 millones anuales en exportaciones estadounidenses. Para poner la cifra en perspectiva, Estados Unidos exporta más a México que a Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y Polonia juntos, según datos oficiales de Washington.

Y en momentos en que las economías europeas están creciendo a paso de tortuga o no crecen en lo absoluto, México —y Latinoamérica en general— ofrece una excelente oportunidad para las exportaciones estadounidenses, señalan los asesores de Peña Nieto.

De hecho, Latinoamérica está creciendo a un promedio del 4%, y ha crecido constantemente durante la última década. Desde el 2003, alrededor de 73 millones de latinoamericanos han salido de la pobreza, según el Banco Mundial, lo que está creando una nueva clase media en la región.

Además, es probable que los enormes descubrimientos de yacimientos petroleros y de gas natural de México y Brasil conviertan a Latinoamérica en una fuente aún mayor de energía mundial, reduciendo así la dependencia de Estados Unidos del petróleo del Medio Oriente. Ya alrededor de la mitad de las importaciones de petróleo de Estados Unidos proceden de naciones del continente americano.

Como si esto fuera poco, también está la así llamada “agenda negativa” —drogas, violencia, inmigración ilegal y contaminación ambiental— que debería colocar a México y el resto de Latinoamérica a la cabeza de las prioridades estadounidenses en política exterior.

Cuando pregunté por qué Romney omitirá a Latinoamérica en su gira, el vocero de la campaña de Romney, Alberto Martínez, me dijo que “el gobernador Romney ha puesto más énfasis sobre Latinoamérica durante esta campaña electoral que el que ha puesto el presidente Obama durante sus cuatro años de gobierno”.

Mi opinión: Es cierto que Obama no ha prestado mucha atención a Latinoamérica, ni ha lanzado ningún proyecto ambicioso para aumentar el comercio regional que sea comparable con su propuesta Alianza Trans-Pacífica. Sin embargo, Obama selló acuerdos de libre comercio con Colombia y Panamá, y como presidente ha hecho cinco viajes por la región.

Además, mientras Romney antagonizó a muchos hispanos con su dura retórica antiinmigrante, la reciente decisión de Obama de detener la deportación de alrededor de 800,000 estudiantes universitarios que fueron traídos de niños a Estados Unidos ha sido aplaudida por la mayoría de los latinos.

No tiene nada de malo que Romney haga su muy publicitado viaje por Gran Bretaña, Alemania, Polonia e Israel, y que trate de posar ante las cámaras con líderes extranjeros para contrarrestar las críticas de que tiene poca experiencia en política exterior. Pero el mundo —y el electorado estadounidense— han cambiado. El candidato republicano debería ir a su agente de viajes y pedirle iniciar su gira mundial en México.

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