It’s Batman’s Fault

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Ya que se debate la reforma a la Constitución, viene al caso apuntar que no es Guatemala el único país que la necesita, también requiere una revisión la Segunda Enmienda de la normativa estadounidense, la cual establece el derecho de los ciudadanos a tener y portar armas con una frase que lo deja bien claro: A well regulated militia being necessary to the security of a free State, the right of the People to keep and bear arms, shall not be infringed. Así, ciudadanos rectos y torcidos encuentran en esta norma el permiso expreso para convertirse en auténticos Rambos.

Las masacres en colegios y otros sitios donde se reúne una gran cantidad de personas se han convertido en la diversión de sujetos disfuncionales ávidos de emociones fuertes y premunidos de armamento altamente sofisticado. La facilidad con la cual consiguen armas y municiones, entre otros factores, se podría considerar como una de las principales causas de este fenómeno de tremendo impacto sobre la vida de los habitantes de ese país.

Pero hay que echar otra mirada a la enmienda. En ella se habla de una milicia bien regulada para resguardar la seguridad del Estado, lo cual proviene desde las épocas de la Independencia habiendo esta recomendación alcanzado la obsolescencia hace ya un par de siglos. ¿Qué más necesitan los republicanos tan amantes de la guerra y defensores acérrimos de la Segunda Enmienda para entender que el control de armas salvaría la vida de miles de personas inocentes?

Las masacres de Columbine, San Francisco, Carthage, Fort Hood, Manchester, Ohio, Seal Beach, Binghampton, Ojibwe, Virginia, Omaha y ahora Denver —todas cometidas en los últimos 10 años— ¿no son razón suficiente para repensar en la flexibilidad de sus leyes?

Las sociedades actuales son mucho más complejas que aquellas en las cuales se crearon esas reglas de convivencia. Los textos deben evolucionar a la par de las comunidades y adaptarse a condiciones totalmente distintas a aquellas que les dieron razón de ser. Sin embargo, poderosos grupos económicos y hombres mentalmente anclados en la época de la conquista insisten en que una restricción en la posesión y tenencia de armas de todo tipo violaría sus libertades, aferrándose a la Novena Enmienda que les garantiza que ninguna ley puede violar los derechos de los ciudadanos previamente reconocidos.

Lo que conduce inevitablemente a cuestionar esos derechos. ¿Cómo es posible que en una sociedad democrática y pacífica se permita a las personas civiles tener armas cuya esencia es la destrucción de otro ser humano? ¿En qué mente cabe que niños y adolescentes se entrenen en el manejo de armas de alto calibre, adquieran municiones y puedan ingresar a un colegio, a un cine o a un centro comercial a divertirse asesinando a seres inocentes?

Dicen que en Denver la masacre pudo haber sido provocada por la última película de la serie Batman. Y también que los videojuegos inciden en la mente de estos jóvenes transtornados capaces de jugar a emular a los héroes. Francamente, no lo creo. Creo más bien que aquí hay un problema de valores mucho más serio que los productos de la industria del entretenimiento, la cual solo refleja esa realidad.

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