War Leads to Pillage

Edited by Gillian Palmer

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Cual señal de arrancada en cualquiera de las competencias de la Olimpiada recién concluida, en Washington, el Departamento de Defensa (DOD) anunció lo que puede interpretarse como señal de partida para la carrera de la rapiña en la guerra de Estados Unidos contra Afganistán. Informó el DOD que las agencias estadounidenses de “ayuda” al exterior están ya dispuestas para garantizar los amplios trabajos de localización e identificación de posibles depósitos de cobre, oro, hierro y otros minerales de alto valor en Afganistán.

El 30 de julio, el Servicio de Prensa de las Fuerzas Armadas Estadounidenses dio a conocer en la Internet que funcionarios del DOD y del Centro de Evaluación Geológica de Estados Unidos (U.S. Geological Survey o USGS) se habían reunido en la Embajada de Estados Unidos en Afganistán para develar lo que se identificó como un “mapa del tesoro” de los recursos minerales de la nación asiática.

En el evento, el representante de la Fuerza de Tarea del DOD para Negocios y Operaciones de Estabilización (Task Force for Business and Stability Operations o TFBSO), compartió el podio con la directora del USGS, Marcia McNutt, quien describió la nueva tecnología que ha hecho posible estudiar más del 70 por ciento de la superficie de aquel país e identificar posibles depósitos de alto valor de cobre, oro, hierro y otros minerales.

Desde 2009, la TFBSO ha estado financiando trabajos del USGS, incluyendo la operación, con ayuda de la NASA, de un instrumento aerotransportado llamado reproductor de imágenes hiperespectrales para producir en la superficie mapas indicadores de recursos naturales bajo la rugosa geografía montañosa afgana.

“La TFBSO es una organización del DOD encargada de ayudar y hacer crecer al sector privado de la economía en el Afganistán,… y obviamente, los minerales y áreas extractivas de petróleo y gas son fundamentales para ese esfuerzo”, se explicó.

Un trabajo del periodista Brandon Turbeville en la publicación digital alternativa Activist Post explica que tal cartografía geológica del tesoro “oculto” -que fue uno de los principales motivos de la invasión, ocupación y muerte de tantos millares de personas- “abre paso al proceso de licitación al capital privado, que se saliva ante la perspectiva de rapiñar las vastas riquezas naturales de esta nación empobrecida y desgarrada por la guerra”.

Sin embargo, según Turbeville, el término “oculto” es sólo una cuestión de perspectiva porque, “aunque la existencia del mineral, el petróleo y las reservas de gas han estado ocultas a la inmensa mayoría de la población mundial, ciertamente no era ignorada por los principales gobiernos que rigen sobre ellos”.

La prueba está en que el comunicado del Departamento de Defensa afirma que Estados Unidos tiene datos acerca de los trabajos de una misión soviética que estuvo colaborando con el gobierno afgano en investigaciones geológicas durante más de diez años en la década de 1960.

Con el argumento de que la información obtenida de los soviéticos es demasiado añeja, Estados Unidos justifica su interés y la urgencia que manifiesta por obtener la información geológica.

Turbeville aporta abundante información acerca de la avanzada tecnología que la USGS y otros grupos y agencias estadounidenses están utilizando para la detección del tesoro afgano.

Explica el uso que hacen de los datos hiperespectrales que se basan en el hecho de que los minerales reflejan la luz en bandas de distinta longitud de ondas. Cada mineral tiene su propia firma o huella digital.

Aclara que la moderna instrumentación hiperespectral puede utilizarse en lugares con escasa o ninguna cubierta vegetal y, en Afganistán, que casi no tiene vegetación, esta tecnología se aplica muy ventajosamente para revelar desde la superficie la localización de la veta madre de los recursos.

En cuanto a lo que hasta ahora se ha encontrado, la USGS declaró que “se han identificado depósitos de clase mundial de mineral de cobre, oro, hierro y tierras raras de cuya existencia no se tenían noticias.” (Turbeville recomienda ignorar la parte de la declaración que dice “de cuya existencia no se tenían noticias”).

Argumentando que será necesaria una inversión de capital de miles de millones de dólares por parte de las corporaciones que se incorporen al festín antes de que se haya extraído una libra de mineral, Washington, desde su posición de prepotente ocupante, impone al gobierno afgano condiciones que descarguen sobre la economía del país asiático enormes gastos relacionados con el desarrollo vial, las líneas de transmisión eléctrica y otros gastos infraestructurales. Al mismo tiempo, exige regímenes jurídico, laboral y fiscal que sean de la mayor conveniencia para los inversionistas occidentales.

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