A Politician Named Ryan

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Un político llamado Ryan por César Vidal

Tras mucho darle vueltas, Romney ha designado a su compañero en el ticket para la Casa Blanca. Su vicepresidente es un congresista republicano llamado Paul Ryan. Para la inmensa mayoría de los españoles, el nombre de Ryan no dice nada, salvo que recuerda el título de una conocida película bélica o el nombre del americano-irlandés que atizaba hasta encenderle el pelo lumbre a la pobre Farrah Fawcett. Para los norteamericanos, sin embargo, Paul Ryan es muy conocido porque preside la comisión de presupuestos del Congreso y porque se ha manifestado como un verdadero lebrel a la hora de morderle las canillas económicas al actual presidente Obama. A decir verdad, ésa es la enorme fuerza – y la inmensa debilidad– de Paul Ryan. Aunque el candidato republicano a vicepresidente es un hombre de ideas que en España se calificarían de conservadoras –contrario al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo– pero que en los Estados Unidos son mayoritarias, la clave para su designación ha sido por encima de todo que mantiene una posición económica de férreo liberalismo. A decir verdad, en España sus posiciones no llegarían a ser asumidas ni por Esperanza Aguirre y Jiménez Losantos combinados. De hecho, Ryan tiene como libro de cabecera el Atlas Shrugged de Ayn Rand y acostumbra a regalárselo a la gente cercana como vademécum para la vida política. En otras palabras, aunque Ryan es católico, los católicos profesionales españoles lo arrojarían a las llamas del infierno porque anda todavía más lejos de la doctrina social del Vaticano que un socialista. Y ahí está la clave. La mayoría de los norteamericanos está harta de pagar impuestos para un estado que consideran elefantiásico. Se puede objetar que más lo es el español y que más impuestos se pagan en España, pero para las gentes de Nebraska, Florida o Illinois lo que pasa en España –salvo para que no les suceda a ellas– les importa un pito. Ciertamente, no quieren pagar tantos impuestos, pero desean que los recortes afecten a los políticos y no a partidas como la destinada al Medicare, un servicio médico para los mayores de sesenta que cubre a millones de personas. Ahí es donde Ryan puede causar no poco daño a los republicanos porque sus planes de recorte se llevan por delante incluso el Medicare y, a la vez, defienden exenciones de impuestos para los más acaudalados que recuerdan las famosas SICAV de Felipe González, creadas para que los ricos no paguen apenas impuestos. Si Romney consigue moderar el discurso de Ryan y salvar de sus planes a los ancianos y los enfermos, puede tener posibilidades de ganar. Si, por el contrario, Ryan sigue empeñado en predicar cómo va a mondar un sistema sanitario como el americano, Obama disfrutará de un segundo mandato presidencial.

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