La diplomacia norteamericana rechazó ayer frontalmente las acusaciones de Julian Assange de que Washington ha organizado “una caza de brujas” contra él y el portal de filtraciones Wikileaks. La portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, criticó en rueda de prensa “los argumentos desesperados” de Assange que, dijo, solo obedecen a una estrategia para desviar la atención sobre el juicio por agresión sexual que le aguarda en Suecia. Estados Unidos mantiene que no tiene nada que ver con la posible extradición de Assange de Reino Unido a Suecia, ni con las causas judiciales abiertas contra él en otros países.
Hasta la fecha, la justicia norteamericana ha canalizado el caso de la filtración de informes diplomáticos y militares en el portal Wikileaks por una sola vía procesal: el juicio militar al soldado Bradley Manning, acusado de sustraer y difundir 700.000 documentos secretos de las redes secretas del Pentágono. A Julian Assange, los fiscales militares le han mencionado solo de pasada, sin centrar en él sus alegatos. Paralelamente, unas pesquisas criminales de un gran jurado civil de Virginia no han provocado la presentación de ningún cargo.
El fundador de Wikileaks, sin embargo, intentó colocarse el domingo a sí mismo en el punto de mira de la diplomacia norteamericana al referirse a una “caza de brujas” en contra de su organización por parte del Gobierno de Barack Obama. Además, Assange pidió “que Bradley Manning sea liberado”. “Si hizo aquello de lo que se le acusa, es un héroe”, añadió, en un discurso desde la embajada ecuatoriana en Londres.
El soldado Manning lleva en detención preventiva 818 días, la mayoría de los cuales ha pasado en régimen de aislamiento. Ahora comparte módulo con otros detenidos en una base en Kansas. Su consejo de guerra comenzará formalmente en un mes, el 21 de septiembre. Las vistas orales arrancaron en diciembre de 2011 y en ellas la defensa pidió la anulación del juicio.
La principal línea de defensa del abogado de Manning, David Coombs, es que su cliente sufre trastornos psicológicos por una transexualidad latente. El letrado ha evitado convertir el caso de Manning en una causa sobre la libertad de expresión, como hizo Assange. Sus alegatos se han centrado en defender que el Ejército debería haber suspendido a Manning, por conducta errática, antes de que se produjeran las filtraciones.
El abogado de Manning solo se refirió a Assange en una ocasión, durante la primera vista oral. Dijo que sospechaba que al soldado se le podría ofrecer un pacto para reducir condena si testificaba contra el fundador de Wikileaks. La fiscalía militar, por su parte, se refirió a Assange tangencialmente, como un cómplice necesario para que Manning filtrara los documentos robados. Pero la responsabilidad de la sustracción la colocó enteramente sobre el soldado.
Assange también se refirió el domingo a un posible juicio contra los colaboradores de Wikileaks. “EE UU debe comprometerse ante el mundo a no perseguir en los juzgados a los periodistas que han puesto los focos sobre crímenes secretos de los poderosos”, dijo. De momento, el gran jurado civil que investiga las filtraciones no ha presentado cargos. Su labor es determinar si hay pruebas suficientes para abrir un juicio, y para ello ha llamado a declarar a conocidos de Manning y otros implicados en el caso, como el hacker que le delató, Adrian Lamo.
El temor de Assange, según él ha explicado, es que EE UU presente finalmente cargos y pida su extradición desde Suecia. Su intento por convertir el juicio a Manning en una agresión gubernamental a la libertad de expresión no ha cuajado en EE UU. Un reducido grupo de activistas apoya a Manning, con modestas manifestaciones a las puertas de la base donde se le juzga, en Maryland, y con actos de protesta desiguales. El 17 de agosto, por ejemplo, unas 60 personas irrumpieron en las oficinas electorales de Barack Obama en Oakland, California, para pedir la liberación del soldado, sin mayores consecuencias.
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