Los dos grandes partidos de EE.UU. han designado oficialmente a sus candidatos para las elecciones de noviembre y se ha iniciado la lucha entre Mitt Romney del Partido Republicano y Barack Obama del Partido Demócrata por seducir al electorado. Deben conquistar el voto de las minorías que representa el 28% . La población negra votará mayoritariamente por Obama como en 2008, pero el voto hispano parece menos comprometido y los dos candidatos aplican estrategias para atraerlos.
La primera estrategia fue darles participación en las convenciones a las estrellas políticas de los hispanos. El Partido Republicano presentó al hispano-cubano Mario Rubio, senador por Florida a quien le gusta decir que su familia tuvo que migrar obligada por los barbudos. En realidad, sus padres migraron a Florida dos años y medio antes de la llegada de los barbudos. El Partido Demócrata presentó al hispano-mexicano Julián Castro, alcalde de San Antonio, reelegido el año pasado con el 83% de los votos en un estado republicano como Texas. Las diferencias entre los hispano-cubanos y los hispano-mexicanos dificultan la unidad de este creciente electorado. “No somos Rubios” dice el ‘spot’ publicitario de una organización de origen mexicano que acusa a Rubio de haber apoyado la ley anti migratoria de Arizona.
Los hispanos votaron mayoritariamente por Obama hace 4 años y sus estrategas creen que pueden superar el 67% de 2008. Los republicanos no olvidan que Ronald Reagan aseguraba que los hispanos son republicanos pero no lo saben y tampoco olvidan que George Bush contó con el 44% del voto hispano para su reelección. Esta vez, para conquistar a los hispanos, el equipo de Romney dice que el Partido Republicano ofrece una tierra de oportunidades y emprendedores. Sostienen que Obama traicionó a los hispanos porque no cumplió la promesa de aprobar la ley de migración en su primer año y que el padre de Romney nació en México. Ocultan que fue el partido republicano el que frustró la ley de migración propuesta por Obama; que Romney fue el candidato más extremista contra los ilegales entre todos los aspirantes republicanos, y que sus partidarios han propuesto leyes de registro de votantes para ahuyentarlos de las urnas. Si no pueden conseguir que vayan a votar por Romney, hay que lograr que se queden en casa y tampoco voten por Obama.
El presidente Obama cultiva cuidadosamente el electorado hispano. Ha ofrecido protección temporal, evitar la deportación de migrantes que estudian en EE.UU. y promete, en su segundo mandato, la aprobación de la Ley Migratoria que podría resolver la situación de 11 millones y medio de ilegales. El voto hispano ya tiene peso en la política norteamericana.
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