A más de dos meses, las elecciones en Estados Unidos entre el demócrata Obama y el republicano Romney, ya transcurren por los trapos sucios sacados al sol.
Obama dice un chisme sobre Romney y este sube la parada. La última del republicano es acusar al contrario de dividir al país, lo calificó de gobierno intrusivo y atacó las políticas actuales que buscan, en su opinión, ampliar el rol del Gobierno federal y aumentar los controles de los reguladores. “El papel de los reguladores federales es estimular, no acabar con los pequeños y medianos negocios”, criticó.
El presidente Barack Obama culpó a su rival de querer imponerles más impuestos a los partidarios de la energía eólica y, uno de sus colaboradores, criticó el plan republicano para reformar el seguro médico de los jubilados, reducir los programas sociales y comprimir los impuestos a los más acaudalados.
Otra vieja controversia sacada al ruedo es si Obama nació en Estados Unidos.’ Nunca nadie me ha pedido ver mi certificado de nacimiento”, expresó Romney ante una multitud de unas 7 mil personas.
Nada ha cambiando. Martí, quien vivió en el Norte entre 1880 y 1895 dijo: “Es recia y nauseabunda, una campaña presidencial en los Estados Unidos… Los políticos de oficio, puestos a echar los sucesos por dónde más le aprovechen, no buscan para candidato a la presidencia aquel hombre ilustre, cuya virtud sea de premiar, o de cuyos talentos pueda haber bien el país, sino el que por su maña o fortuna o condiciones especiales pueda, aunque esté maculado, asegurar más votos al partido y más influjo en la administración a los que contribuyen a nombrarlo y sacarle victorioso”.
O dicho como Fidel, una competencia entre la ignorancia y la idiotez
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