Romney Wins in Spite of Big Gaps

Edited by Josie Mulberry

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Mitt Romney, candidato republicano, ganó la partida a Barack Obama, candidato demócrata y actual presidente de Estados Unidos, en el primero de sus tres debates previstos antes de las elecciones del 6 de noviembre. Así lo indican los sondeos publicados al poco de terminar dicho debate, que se centró en la política y la economía nacionales, y tuvo lugar durante la madrugada de ayer (hora española) en la Universidad de Denver. No hubo en su transcurso propuestas sorprendentes, ni se especificó cómo se materializarían las promesas formuladas (por ejemplo, los doce millones de nuevos empleos que anunció el republicano). Pero Romney -según los analistas- fue más agresivo, traía la lección bien aprendida, manejó con profusión y soltura los datos, y supo empatizar más y mejor con los telespectadores. Aunque conviene tomar nota del desconocimiento del que hizo gala al referirse a la situación de España. Un error que podría revelar un desconocimiento más general de la política internacional.

Obama, por el contrario, estuvo a la defensiva, parecía fatigado, perdió la ocasión para dar algunas réplicas cantadas y pasó buena parte del debate con la mirada baja, quizás revisando apuntes, pero dando a ratos la impresión de que el diálogo no iba con él. Un comentarista lo ha sintetizado al decir que parecían jugar deportes distintos en un mismo plató: el primero, fútbol americano y el segundo, cricket. Sea como fuere, es probable que la ventaja del demócrata, que antes de este primer encuentro televisivo estaba alrededor de los tres puntos, se haya reducido ligeramente a su término. Y es indudable que la carrera presidencial de Romney recupera velocidad, tras el tropezón que supuso un ofensivo comentario suyo que consideraba al 47% de los electores como personas dependientes de las políticas sociales auspiciadas por Obama y, por tanto, votantes irrecuperables.

En la civilización de la imagen, los debates tienen su peso, en especial si los ven 50 millones de personas, por más que no suelan cambiar el rumbo de las campañas. Puede incluso ocurrir que las impresiones causadas por las actuaciones de los candidatos parezcan por un tiempo más relevantes que sus programas de gobierno. Pero, dicho esto, quizás sea pronto para que Romney lance las campanas al vuelo. En primer lugar, porque quedan varios debates por delante; el próximo -11 de octubre- enfrentará a Joe Biden, actual vicepresidente, y Paul Ryan, que completa el ticket republicano de Romney; los otros dos -uno centrado en la política exterior y otro de ámbito general- volverán a protagonizarlos Obama y Romney, el 16 y el 22 de octubre. En segundo lugar, porque Obama sigue conservando amplias ventajas en grupos sociales clave, como son los afroamericanos, los latinos o las mujeres; entre tanto, Romney le gana en grupos como los votantes de raza blanca, los hombres o los pensionistas. En tercer lugar, porque si bien queda todavía un 15% de votantes indecisos, estados como Ohio, Florida o Virginia, considerados decisivos por ser más tornadizos, parecen ya inclinarse por Obama. Y, en cuarto lugar, y acaso decisivo, porque si bien la tasa de paro sigue muy alta -7,2%- y la recuperación económica ha sido lenta, empiezan a conocerse datos sobre empleo e hipotecas positivos para Obama.

Romney ganó el primer debate, pero queda todavía un mes para saber quién ganará la pugna electoral.

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