WASHINGTON.- “Hacía rato que no veía un debate tan entretenido.” Esa fue, ayer, una de las fórmulas más repetidas en la prensa norteamericana en general.
El cruce entre los candidatos a la vicepresidencia Joe Biden, por los demócratas, y Paul Ryan, por los republicanos, no sólo superó al que, hasta ahora, mantuvieron sus compañeros de fórmula sino que dejó bien parados a los dos.
Biden hizo al menos lo que se esperaba de él: a golpe de una oratoria ensayada en medio siglo de carrera política, sacudió en más de una ocasión a Ryan. Pero el republicano, que por primera vez se enfrentó a un cruce de este tipo, no lo hizo nada mal y en más de una ocasión fue capaz de poner al vicepresidente contra las cuerdas.
Tal vez eso lo haya sorprendido. Porque una de las cosas que se le reprochan a Biden es el mal tono que mantuvo en algunos momentos. Se rió de los argumentos de Ryan, con una carcajada plena, aun cuando el otro hablara de muerte y de guerra.
Eso no lo ayudó y, con el paso de las horas, fue duramente criticado. “¿De qué se ríe ese hombre?” fue una de las frases repetidas en Twitter. “La sonrisa de Biden está fuera de control”, escribió, por caso, David Gregory, de NBC News.
Otros, con interés partidista, fueron lapidarios al respecto. Uno de ellos fue Ari Fleischer, ex vocero de George W. Bush, que sostuvo que “el contraste entre un Ryan amable y un Biden arrogante es patético. Biden está demasiado caliente, y eso es ineficaz”.
Poco después, el partido republicano dijo formalmente que Biden parecía desquiciado. “No se lo puede culpar por eso. Debe ser frustrante tener que debatir con los hechos en contra y sin un plan tangible para el segundo mandato, más allá de aumentos de impuestos”, sostuvo el Comité Nacional Republicano.
Si todos los debates son recordados por una frase o un gesto, es posible que la risa nerviosa de Biden se haya llevado la charla de la noche. Tanto, que los demócratas se vieron forzados a defenderla.
Pero lo cierto es que cada bando se fue convencido de que su contendiente fue el ganador. “No puedo estar más orgulloso de Joe”, saludó el presidente Barack Obama.
La verdad, también Obama podría estar agradecido: el “número dos” aportó lo suyo para levantar el ánimo partidario, caído después del triste papel que tuvo el presidente la semana pasada, en el primer debate que mantuvo con Mitt Romney.
Las felicitaciones
El candidato republicano, naturalmente, felicitó a su compañero de fórmula. Lo llamó por teléfono para subrayar su “fantástica actuación”, según dijeron fuentes de la campaña. La duda es si esto servirá para captar votantes indecisos y el consenso, al respecto, era más bien dudoso.
“Es probable que haya servido más para asegurar a los simpatizantes que para ganar a independientes”, dijo Teddy Maloney, analista en comunicación política de la Universidad de Pensilvania.
Fueron 90 minutos en los que no decayó la intensidad. Tal vez con la única excepción de un tramo en el que Biden quiso destrozar a Ryan y optó por invertir largos minutos en “dar cátedra” sobre las características de Siria como país.
Lo cierto es que el vicepresidente se enredó y terminó hecho un lío. Pero lo más llamativo fue que Ryan lo dejó pasar. Fue, tal vez, el tanto menos aprovechado de la noche.
Biden pegó donde duele a los republicanos: el fantasma de la gestión de Bush. “La situación de deuda que tenemos es porque éste que está acá [en alusión a Ryan] decidió votar a favor de cargar dos guerras en la tarjeta de crédito y también, una rebaja de impuestos para los más ricos”, disparó. Con eso, no sólo recordó la herencia de la anterior gestión sino que agitó el fantasma de que se repita. “Lo que menos necesita este país es otra guerra”, subrayó, por las dudas.
Ryan, que tomó agua como un camello toda la noche, tuvo sus mejores momentos al comienzo, cuando atacó a Biden con la gestión demócrata en Libia y en Medio Oriente. “Es patético que no sean capaces de defender valores sin tener que pedir perdón por ello”, disparó.
Con un escudo de la bandera norteamericana el doble de grande del de Biden en la solapa, el republicano tuvo uno de sus mejores momentos en el cierre, cuando afirmó que “la gestión de Obama tiene más discursos que planes y que resultados concretos”.
Los primeros sondeos fueron dispares. Para la cadena CBS, Biden resultó ganador, con un 50 por ciento de votos, mientras que el 31 por ciento eligió a Ryan y un 19 por ciento habló de empate. Pero para la medición de CNN, la noche se zanjó en empate.
Muy buenos comentarios cosechó Martha Raddatz, la periodista de la cadena ABC a quien le tocó ser la primera mujer en moderar un debate de este tipo. Lo cierto es que no los dejó irse por las ramas y los sorprendió con preguntas en las que supo combinar valores con política.
La duda es qué impacto real tiene esto en la intención de voto. Para ello habrá que esperar unos días, a ver el resultado de encuestas. Con la moral levantada, lo que ahora toca es el segundo duelo entre Obama y Romney, previsto para el martes que viene.
Un duelo vivo y lleno de ironía
• Debate vibrante
El duelo de los aspirantes a vicepresidente, agresivo e irónico, contrastó con el apático primer debate entre Obama y Romney.
• El show de Biden
Los gestos de Biden (demócrata), que usó para mostrar melodramáticamente su consternación, incredulidad o regocijo en el momento en que hablaba Ryan (republicano), fue uno de los puntos más comentados.
• Política exterior
Fue el eje central del debate. Los puntos más controvertidos fueron el ataque a la embajada norteamericana en Benghazi, Libia, y las ambiciones nucleares de Irán. Ryan criticó la gestión demócrata en Medio Oriente.
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