Chile and US in the Face of an Energetic Challenge

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Sin una estrategia de Estado como la que, por ejemplo, ha enunciado Washington, el país mantendrá su peligrosa dependencia externa, no conseguirá bajar los precios de la energía y aumentará la carbonización de la matriz.

Para Chile y Estados Unidos la energía es su Talón de Aquiles. Pero hay una gran diferencia en la forma en que ambos países encaran el reto. En Chile impera una nebulosa en cuanto a las políticas de Estado que, en definitiva, son claves para lograr energía barata, limpia y segura.

Estados Unidos, en cambio, ha tomado el toro por las astas. Hillary Clinton, la secretaria de Estado, pronunció el 18 de octubre un discurso de la mayor importancia sobre el impacto de la energía en las relaciones internacionales. Señaló que la energía está en el núcleo de las consideraciones estratégicas: “La energía es un asunto de riqueza y poder, lo que significa que puede ser tanto una fuente de conflicto como de cooperación”.

Al respecto Clinton advirtió, y el gobierno chileno debería prestar atención, que “los monopolios energéticos crean riesgos…en cualquier parte del mundo cuando un país es demasiado dependiente de otro para obtener energía, ello puede poner en peligro su independencia política y económica”.

La secretaria de Estado aprovechó de recordar a sus compatriotas los logros del gobierno actual: “Nuestro empleo de energías renovables, viento y solar, se ha duplicado en los últimos cuatro años. La explotación de petróleo y gas natural aumenta”. Cifras recientes muestran que Estados Unidos ha reducido sus importaciones petroleras de 60 a 40% de su demanda doméstica. Ello es resultado, en buena parte, de la abundancia de gas y los efectos de la recesión.

Pero si el país logra mantener esta tendencia conseguirá una meta que varios gobiernos no pudieron alcanzar. Clinton además subrayó la importancia de la eficiencia y el ahorro con la fijación de nuevas exigencias para el rendimiento de los automóviles y ahora para todos los vehículos pesados.

La necesidad de un debate internacional, y en cada país, sobre el futuro energético, es urgente. Y, claro, en un tema vital para el futuro de la soberanía de las naciones no podía faltar la dimensión militar: “Por eso que la OTAN ha identificado la energía como un tema clave de seguridad”. En relación a América Latina señaló que “el objetivo es lograr el acceso universal a la electricidad para el año 2022 a través de la interconexión eléctrica en el hemisferio… Al ampliar el tamaño de los mercados de energía, podemos crear economías a escala, atraer más inversión privada, reducir los costos de capital y en última instancia reducir los costos para el consumidor”, dijo Clinton.

El Departamento de Estado cuenta ya hace desde hace un año el Bureau of Energy Resources dedicado a estudiar la gravitación de la energía en las relaciones internacionales.

Chile, recién en el gobierno anterior, creó un Ministerio de Energía. Antes el tema era cubierto por una frágil Comisión Nacional de Energía dependiente de la cartera de Minería. Hoy el gran afán de las autoridades es asegurar, como corresponde, el abastecimiento. Pero sin una estrategia de Estado como la que, por ejemplo, ha enunciado Washington, el país mantendrá su peligrosa dependencia externa, no conseguirá bajar los precios de la energía y aumentará la carbonización de la matriz.

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