Re-election or Rotation

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Probablemente uno de los eventos políticos más observados y comentados en el mundo sean las elecciones en Estados Unidos. En buena medida ello obedece a que se trata de la potencia hegemónica y al hecho de que el presidente electo es percibido como si fuera el presidente del mundo, incluso en un periodo en el que se habla del declive del poderío económico estadounidense y de su liderazgo internacional bajo cuestionamiento. Parece una exageración, pero no debe perderse de vista que incluso un proceso electoral tan poco apasionante como el actual concita amplias expectativas. Cosa de ver que este proceso involucra la búsqueda de la reelección del demócrata Barack Obama para un segundo mandato presidencial frente a la aspiración del candidato Mitt Romney de regresar al partido Republicano al poder, tan sólo cuatro años después de que el republicanismo del tipo George Bush dejara la Casa Blanca y tras de sí una larga secuela de desaciertos y penurias para su país y la comunidad internacional.

Los pronósticos son reservados aunque es posible palpar entre los comentaristas un cierto dejo de preferencia por Obama. Si se atiende a los deseos de la opinión pública internacional el dejo se torna claramente en una certeza en favor de la continuidad del gobierno Obama. Asimismo, tomados en su conjunto los debates televisivos entre los dos candidatos, el marcador favorecería por tres a dos al candidato demócrata. Otra realidad muestran los sondeos demoscópicos.

De acuerdo con el último muestreo realizado por la empresa CNN/ORC International, tanto Barack Obama como Mitt Romney cuentan con un respaldo de 49 por ciento entre el electorado, y sus preferencias entre la ciudadanía en distintos rubros es prácticamente equiparable: Obama tiene un rating positivo de 52%; Romney de 51%; 56% opina que Obama posee las cualidades necesarias para ser presidente; 55% piensa lo mismo de Romney. Si acaso en este empate técnico entre ambos contendientes, cabe recordar que el presidente no es elegido por el voto directo de los ciudadanos sino de un colegio electoral por estados. Ello hace posible que uno de los dos ganara el voto ciudadano y aún así, no ganar la presidencia. En esta hipótesis, los especialistas sostienen que es mucho más probable el triunfo de Obama dado su predominio en varios estados clave.

Con todo, la contienda por la presidencia ha sido tibia y quizá solamente la gestión de la situación tras el paso del huracán Sandy ha puesto la sal y la pimienta al proceso. A pesar de ello en la elección se juegan puntos esenciales del destino de la potencia hegemónica, entre otros, conducir la economía hacia una franca recuperación, revertir el desempleo y poner al país en una senda de desarrollo con visión de futuro en materia educativa, social y tecnológica, por citar algunas áreas. Hacia el exterior, recuperar el prestigio perdido por Estados Unidos en varias partes del mundo, en especial entre las sociedades islámicas, así como asumir un renovado liderazgo en un contexto de mayor activismo e influencia de otras potencias emergentes, particularmente por lo que respecta a China.

En esa medida y dada la importancia de la presidencia en Estados Unidos, parece obviarse que los electores también renovarán la Cámara de Representantes, un tercio del Senado, 13 gobernadores y decidirán sobre 177 referendos entre los que destacan la legalización de la marihuana para uso terapéutico y fines recreativos; el matrimonio homosexual, la posible abolición de la pena de muerte, la eutanasia, el aborto y la limitación en ciertos estados de las reformas sanitarias emprendidas por la administración Obama. En este complejo escenario, los expertos opinan que los demócratas afianzarán su dominio del Senado, así como los republicanos su control de la Cámara baja, con lo cual cualquiera que fuera el nuevo presidente estadounidense tendrá un escenario complejo para sacar adelante sus proyectos legislativos y la implementación de sus políticas.

La sociedad estadounidense tanto por la coyuntura por la que atraviesa el país, delicada en todos los frentes a pesar de los modestos avances logrados por el presidente Obama en cuatro años –sin duda el más destacable haber evitado una recesión mayor del país-, como por lo que las propias encuestas de preferencias sugieren, es una sociedad polarizada y hasta podría decirse que desilusionada ante el lustre que ha perdido el país en los últimos años. El ganador tendrá frente a sí formidables retos cuyo eje articulador pasa por recuperar la confianza social. El mejor dotado para emprender, continuar, esa tarea, parece ser Obama no obstante las decepciones que ha generado entre los sectores más progresistas dada su inteligencia probada, su conocimiento de la política internacional y su sentido pragmático del quehacer político. En su favor también estaría gravitando que el republicanismo que encarna Romney da la impresión de ser un proyecto desarticulado de vuelta al pasado, poco convincente por lo demás, de contracción de la acción gubernamental y de reforma fiscal. Ello sin mencionar sus devaneos entre el radicalismo conservador al estilo Tea Party y su más reciente posición centrista que lo perfilan como un político impreciso e impredecible.

gpuenteo@hotmail.com

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