El Juez neoyorkino Thomas Griesa no hizo otra cosa que ajustarse a derecho, y al sentido común: las deudas deben pagarse, si se contraen libremente. Sucede que el gobierno argentino, luego de la cesación de pagos más grande de la historia humana, acordó (casi forzó) con algunos tenedores de sus bonos pagarles mucho menos. Pero quienes no acordaron exigieron, ante la justicia de Nueva York, el pago de la totalidad. Y Griesa les dio la razón en un fallo que, por el momento, ha sido apelado y suspendido.
El juez señaló que el “gobierno argentino…debe alejarse de estas imprudentes amenazas de desafiar los fallos de los tribunales, lo cual representa la peor clase de irresponsabilidad en el trato con el poder judicial”. Pero la gran mayoría de los dirigentes se manifestaron del modo políticamente correcto (el estatismo), con argumentos exóticos. Lo cierto es que no respetar al poder judicial es parte del folklore nacional, del gobierno que le niega independencia y de los “astutos”.
Según Martín Redrado, supuesto opositor al gobierno, lo que debe hacerse “es buscar más aliados para enfrentar esta situación”, o sea, buscar aliados para no hacerse a derecho, y remató asegurando que es “negativo para cualquier otra restructuración… (como en Europa), porque (con estos fallos) nadie va a querer aceptar una quita”. Enhorabuena que nadie acepte quitas, como la rebaja de hasta el 60% que el gobierno griego pretende imponerle a los acreedores privados, y se ponga también al viejo continente en su lugar.
Lo que se esconde es que, debido a la mala perfomance económica, los Estados como el argentino no tienen el dinero para pagar. Entonces, deberían liquidar bienes -que los tienen por demás-, lo que resultaría bueno para los países ya que se achicaría el enorme aparato estatal financiado por vía impositiva. Y que los gobiernos deben dejar de implementar disparates, que destrozan al mercado, como la subida de impuestos en España por unos US$ 11.000 millones en 2013, el rescate al banco español Bankia que insumiría más de US$ 30.000 millones mientras que este mismo gobierno español dedica, anualmente, a educación unos US$ 4.000 millones y 3.000 millones a sanidad.
Esperemos que la justicia de EE.UU. honre sus antecedentes y, finalmente, retome el fallo Griesa. Porque es inimaginable -bizarro, sin crédito- un mundo donde, quién libremente recibe un préstamo, luego puede no devolverlo. O, quizás, algo de crédito quedaría pero, dado el riesgo, a una tasa cuyo costo superaría al de pagar las deudas impagas. Así, al contrario de lo que dicen, Argentina se beneficia con el fallo de Griesa, como se beneficia con todo derecho cuando es real. En fin, como la liquidación de bienes no ocurrirá, dada la carga ideológica actual del país, este estatismo enfrenta una situación delicada.
Si por presiones políticas de la Casa Blanca (preocupada por sus socios europeos), el fallo de Griesa no fuera retomado, a la larga el estatismo argentino se encargará de que la economía vaya por el mal camino. En fin, esto no es más que otra suma a la debacle de Argentina cuyo PIB, en 1978, era superior al brasilero y hoy es 4 veces menor. En 1991, la Bolsa de Buenos Aires (Merval) tenía un market cap igual al 58% de la bolsa de Brasil (Bovespa), en 2012 es del 3%.
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