Dangerous Dialogue of the Deaf

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El prolongado diálogo de sordos que mantienen el presidente Barack Obama y los republicanos del Congreso sobre la reducción del insostenible déficit estadounidense amenaza con desembocar a partir del 1 de enero en el llamado “abismo fiscal”. El armagedón acuñado por el patrón de la Reserva Federal, Ben Bernanke, designa el aumento automático de impuestos y recorte del gasto —unos 600.000 millones de dólares en total— que sacudiría la economía de EEUU y la llevaría a la recesión en 2013.

La proximidad de la fecha —que no es sagrada, pese a que demócratas y republicanos se la impusieran como límite para llegar a un acuerdo— y la parálisis legislativa proyectan una creciente sombra sobre la primera economía del mundo, evidenciada por el nerviosismo que reflejan los mercados. Obama, que ha pedido a los congresistas un urgente ejercicio de responsabilidad, ya asume que un probable acuerdo bipartidista en el último minuto tendría un alcance mucho más modesto que el previsto antes de la abortada votación republicana de esta semana en la Cámara de Representantes.

Estados Unidos, sin embargo, arriesga demasiado como para creer inevitable el abismo fiscal. En este empantanamiento, que va más allá del choque ideológico entre dos partidos —uno que considera anatema subir impuestos y otro que cree intocables los programas sociales para los desfavorecidos— también Obama se juega una baza decisiva. Debilitar y dividir a los montaraces republicanos es muy importante para un presidente cuya agenda para los próximos cuatro años está en buena medida prisionera de sus adversarios políticos en temas cruciales. Si consigue presionar a los parlamentarios republicanos lo suficiente como para romper su férrea disciplina contra los aumentos impositivos, puede albergar esperanzas de conseguirlo también en otros ámbitos menos doctrinales.

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