Tragedy in Newtown

Edited by Kyrstie Lane

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Muy lamentable lo sucedido recientemente en Newtown, donde un joven, probablemente alienado, de solo 20 años asesinó a veinte escolares, párvulos de entre 6 y 7 años de edad, y donde acribilló igualmente a balazos a seis adultos, cometiendo después suicidio. Se dice que también mató, previo al ataque escolar, a su propia madre, a la que le dio cuatro balazos en la cabeza. Algo espeluznante, que solo se ve en las películas de terror. El mundo y la sociedad norteamericana se han solidarizado con los padres de familia, para quienes el dolor apenas empieza, ante la ausencia de sus niños, a quienes se les coartó el derecho inalienable de vivir y buscar su felicidad.

Semejante monstruosidad ha traído a colación si debe o no regularse la venta de armas en ese país, sobre todo que en el abominable suceso se usó armas de guerra y municiones de alto poder explosivo, que prácticamente destrozó los cuerpos de los inocentes infantes. Como en el pasado, se enfrentan dos corrientes, las que favorecen la regulación y las que se oponen, entre estas últimas la poderosa Asociación Nacional del Rifle, quienes se apoyan en la segunda enmienda constitucional que les da derecho a los ciudadanos a armarse. Ya en el pasado se ha discutido la posibilidad de ordenar la venta de armas y nada se ha podido hacer en concreto y la venta de armas sigue dejando en manos de cualquiera, cazadores de buena fe y de asesinos potenciales, la vida de los demás, sin importar la edad, ya que nadie está fiscalizando a nadie, cuándo y cómo un arma puede ser usada.

Esta vez el presidente Obama parece que va en serio a dar la batalla. Promete que en enero 2013 estará presentando, para discusión en la Cámara de Representantes, un proyecto de ley que le venga a poner coto a los abusos que se hacen con la venta indiscriminada de armas a los ciudadanos, como vemos, con lamentables consecuencias. Indudablemente que la discusión será muy rica, ya que muchos tienen conciencia de que es necesario, aun a sabiendas de que ello, por sí solo, no es suficiente y que los delitos se continuarán cometiendo, con o sin restricciones. Entonces, surge la pregunta: ¿qué hacer para eliminar, o, al menos disminuir la incidencia de actos criminales como estos para que no se vuelvan a repetir? Podemos adelantar algunas ideas, por supuesto, sin que el tema se agote.

1. Modificar la Segunda Enmienda Constitucional (en caso necesario), que permita regular la venta y el uso de las mismas. Obviamente los tiempos cambian y el contexto de esa enmienda, que en su tiempo pudo tener validez, y hasta se asociaba al concepto de libertad, ha variado.

2. Modificar los planes de educación actuales para inculcarles a los niños una cultura de paz y tolerancia. Emprender campañas permanentes con igual propósito para los adultos.

Semejante monstruosidad ha traído a colación si debe o no regularse la venta de armas en EE. UU., sobre todo que en el abominable suceso se usó armas de guerra y municiones de alto poder explosivo, que prácticamente destrozó los cuerpos de los inocentes infantes. Como en el pasado, se enfrentan dos corrientes, las que favorecen la regulación y los que se oponen, entre estos últimos la Asociación Nacional del Rifle.

3. Revisar los programas de televisión y otros medios de divulgación masivos, para evitar sigan promoviendo una cultura de violencia, incluidos los videojuegos, que emulan el odio y el racismo. Sean estos programas propios o importados.

4. Señalar sanciones fuertes para los padres de familia que estimulen en sus hijos menores el uso de armas, independiente de su potencial destructivo. Y la obligación de no permitir que los menores tengan acceso a dichas armas, sobre todo las de alta peligrosidad, debiendo estas ser resguardadas con seguridad.

5. La obligación de los padres de familia de no permitir que, menores en casa, vean sin restricciones películas o vídeos que inciten al odio y al uso de armas como instrumento de venganza o crímenes. Deberán bloquear su uso cuando lo estimen conveniente.

6. Fortalecer los programas educativos que valoren en los jóvenes las ventajas de un matrimonio estable, donde el ejemplo debe empezar por casa, evitando así que los menores sean víctimas de un medio hostil contrario a un desarrollo emocional normal.

7. Las asociaciones de padres de familia deben estar más atentos a las medidas de seguridad en los colegios donde estudian sus hijos y comprometerse más con el seguimiento que deben darles, erradicando los malos hábitos que ellos mismos les transmiten cuando el hogar da señales de descomposición familiar y social. Los niños no deben ser víctimas de la mala conducta de sus padres.

8. Más acercamiento de los padres a los hijos, en cuanto a lo que hacen y sus problemas, transmitiéndoles seguridad y el afecto que necesiten.

9. Prohibir la venta de armas sumamente peligrosas y municiones (por su poder destructivo) a civiles, sobre todo las de guerra.

10. Poner un impuesto especial a la venta de armas para destinarlo a ayuda de víctimas o familiares cuando se den casos de crímenes masivos o se destine a programas educativos.

11. Mantener detectores de armas en los colegios y edificios públicos para evitar sean introducidas, libremente, estas.

12. Prohibir la propaganda de venta y uso de armas de fuego.

El autor es economista.

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