The Abyss

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Muy distinto es evitar caer en el abismo que el intentar salir de él. En una y otra situación se requiere actitud para la adopción de medidas que eviten el precipitarse o que contribuyan a asomarse a la superficie. La comunidad internacional ha estado pendiente de las negociaciones entre la Casa Blanca y el Capitolio para llegar a aumentar impuestos y recortar gastos.

Disponer de más recursos y gastar menos es la meta del proyecto de ley alcanzado en el último minuto, al toque de la campana para terminar el último asalto de una dura pelea en la que estaba en juego la promesa electoral del presidente Barack Obama de aumentar impuestos y el dogma, mantenido por los republicanos de los años noventa, de la negativa a subir los gravámenes.

Entre el nada de unos y el bajo umbral del presidente Obama, 250 mil dólares para el aumento, el acuerdo identificó 400 mil de ingreso personal y 450 mil, familiar, para subir del 35% al 39%. Lo de los recortes es tema pactado aunque su entrada en vigor se posterga dos meses. El ahorro exigido representa más de 100 mil millones de dólares que sumado a la subida en los ingresos, representa un respiro significativo en la deuda de los Estados Unidos.

El acuerdo ha sido acogido en los mercados financieros del mundo con gran optimismo, reflejado en aumentos significados de las cotizaciones. En la vapuleada zona del euro la celebración casi llegó a la euforia, pues una etapa de recesión en la mayor economía del mundo hubiera reducido sustancialmente las opciones de recuperación en las economías europeas.

La dimensión política del acuerdo es significativa para el futuro inmediato en el Poder Legislativo norteamericano. Las próximas negociaciones presupuestarias: elevar el techo legal de endeudamiento, concretar los recortes o señalar los fondos para mantener operativo el gobierno federal, repetirán la confrontación entre republicanos y demócratas. El acuerdo, paliativo de último momento carece de la fuerza suficiente para impulsar la economía y atajar el déficit.

En Honduras, donde el abismo es cada vez más profundo, no hay indicios que reflejen la intención de salir de él. Al contrario, el gasto acelera el deterioro, maquillado con recursos provenientes de créditos externos, cada vez menos, y de deuda interna que está llegando al límite.

El presupuesto de este año, con cifras como en los buenos tiempos, refleja un gasto sin más respaldo que los exagerados augurios en nuestra deteriorada economía, la cooperación de países amigos y los créditos de organismos internacionales, todo ello calculado al alza para que el haber y el debe presenten los mismos números.

El Poder Ejecutivo no se desvela por la Honduras en el abismo; los diputados tienen la palabra. Pero ¿la campaña electoral? ¿La candidatura desde el poder? En Washington evitaron el abismo; en Honduras nos hundimos más en él.

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