Obama and Europe Dancing with Wolves

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El próximo 21 de enero Barack Obama tomará oficialmente posesión de su cargo para un segundo mandato, en una efeméride que promete espectáculo. Pero difícilmente veremos a un Obama relajado. Corren malos tiempos, el mundo no está para fiestas. Se necesitan grandes y sufrientes escaladores, capaces de sortear las piedras que se desprenden al subir el camino, y al mismo tiempo capaces de ver muy lejos. Pero también han de ser cazadores sutiles, capaces de encandilar y bailar con los lobos.

Si en Europa los europeístas nos quejamos de la “clase política” y de las cortas miras de nuestros líderes, en EEUU no lo tienen mucho mejor, con un Congreso empecinado en poner de los nervios al ciudadano americano, y trifulcas ideológicas de toda laya.

Obama tiene sus propios abismos: el más perentorio es el fiscal – apenas superado – ; ahora le quedan el techo de deuda, la reforma migratoria, el modelo energético y el cambio climático, o el de las fatídicas armas. A uno y otro lado, Demócratas o Republicanos, se abren simas por donde cualquiera puede despeñarse. Pero no hay que subestimar a este presidente de talante conciliador: en cuatro años ha aprendido mucho.

El binomio déficit-deuda está causando estragos en la política norteamericana. Pero aquí al menos se ven cosas que nos gustaría ver en Europa: una subida a las rentas más altas para compensar el déficit con mayores ingresos. Tras el pacto para sortear el abismo fiscal alcanzado in extremis a principios de 2013 con John Boehner y la bancada republicana, los impuestos subirán este año para las rentas más altas.

Ahora, este Congreso dividido y receloso tiene difícil aprobar una subida del límite de endeudamiento del país por encima de los 16,4 trillones de dólares; algo que en el pasado era habitual, ahora supone una pelea política en toda regla. El techo de deuda se instauró en la primera guerra mundial precisamente para que el gobierno no tuviera que conseguir aprobación del Congreso para cada endeudamiento. Pero hoy se ha convertido en una herramienta de extorsión de unos y otros. La sombra alargada de Standard & Poors, que en 2011 degradó la deuda soberana estadounidense, a resultas de la intransigencia partidista en Washington, planea otra vez por el imperio.

Por su parte, la pija de oro, Nancy Pelosy, portavoz de los Demócratas en la Cámara de Representantes, se echó un farol al declarar que el Presidente podría orillar al Congreso acogiéndose a la 14 enmienda de la Constitución norteamericana, que declara incuestionable la capacidad del país de pagar su deuda. Algo que ha sido desmentido por la propia Casa Blanca, pero ¿quién sabe hasta dónde llegarán los republicanos?

A trompicones, ese gran acuerdo se puede producir. Si Obama tiene suerte, los filibusteros y tea-partisanos pueden verse debilitados por las voces mayoritarias a ambos lados que exigen un acuerdo para que el país no caiga en el fango. Pero los republicanos tienen ahora más margen de presión que en las negociaciones sobre el abismo fiscal. En este caso una brutal subida de impuestos se hubiera impuesto de forma automática, mientras que ahora, para subir el techo de la deuda, resulta imprescindible su voto. ¿La fecha límite de todo esto? El 1 de marzo. Seguro que hasta entonces los republicanos presionarán para recortar gastos y de ese modo compensar las subidas de impuestos. Las peleas sobre el presupuesto van a ser continuas en estas semanas: el actual expira en otra fecha para temblar: el 27 de marzo.

En esto, ha surgido la graciosa idea de que el tesoro norteamericano ejerza su prerrogativa y emita la ¡moneda de platino del trillón de dólares! (Boehner ha señalado que es una ocurrencia de los Simpsons). ¿A grandes males, grandes soluciones? Puede ser una tontería, pero sólo el hecho de poder imaginarla da mucha envidia a los federalistas europeos, que piden a gritos un Banco Central Europeo como un bazooka para espantar a los lobos especuladores.

Con este panorama, muchos dan por sentado ya que el segundo mandato dará poco que hablar en política exterior. ¿Es que acaso Obama – confrontado a su propio abismo – va a ser más intervencionista en Europa en este segundo mandato donde tiene que echar el resto? Pues podría ser que sí.

Una señal es que, trifulcas de politiqueo a un lado, EEUU muestra una relativa fortaleza en relación al viejo continente. Roger Altman, antiguo subsecretario del Tesoro con Clinton, los males de EEUU, señala en la revista Foreign Affairs de este mes que la crisis en EEUU está tocando a su fin, en el sector inmobiliario, la producción energética, el sistema bancario, o la industria manufacturera. Está claro que, por ejemplo, el sistema financiero en EEUU no se ha purgado lo suficiente; pero la velocidad en la que el sistema bancario ha reaccionado y con la que se está acercando a los flujos de crédito previos a la crisis, es asombrosa si se la compara con Europa. En contraste, a Europa aún le quedaría unos cuatro o seis años para retomar la senda. Este pronóstico coincide con el de la OCDE o el FMI para el conjunto de la eurozona, que de perseverar en el error no levantaría cabeza hasta el 2017 al menos.

Otra señal: esta semana, Philip Gordon, Secretario de Estado para la UE, ha dicho en la Embajada estadounidense en Londres que donde mejor está Reino Unido es en la Unión Europea. Así de claro. Más admoniciones de este tipo podrían sucederse en los próximos meses. Después de todo, Europa está en pleno proceso de aprendizaje: una ventaja de EEUU respecto a Europa es que ya pasó por otra similar en 1929. Para entonces, Europa era una amalgama de alianzas belicosas, y no un gran proyecto político y económico.

Atentos pues a cómo maniobra Obama en los próximos meses ante la austera Merkel. Esta calvinista que vino del Frío, y que está enfriando aún más la economía europea y mundial, tiene mucho que aprender de EEUU para que a Europa no la devoren los lobos.

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