A "Miserable" Adaptation

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Exhausto. Con los ojos irritados, los pómulos angulosos y la piel percudida. El pelo trasquilado, como un presidiario. Es Hugh Jackman, el mismo actor que encarna a Wolverine en ‘X-Men’. Abre la escena, cargada de drama, y con él se encuentra un hombre vestido con traje impecable que lo obliga a cargar una pesada bandera de Francia. Jackman ha dejado atrás al lobezno mutante de ‘X-Men’ y ahora le da vida a Jean Valjean, el protagonista de la obra de Victor Hugo ‘Los Miserables’.

La versión cinematográfica más reciente de esta obra maestra, dirigida por Tom Hooper, se difundió a principios de este año en EE. UU. y ha recibido críticas formidables. Los cinéfilos coinciden en que el filme pareciera buscar esa identificación del espectador con el personaje: que los pobres pringados que entraron a la película con un tarro de palomitas y una gaseosa sufrieran como “miserables” durante dos horas y media. Las actuaciones son, en realidad, sobreactuaciones; el toque de musical es, en realidad, una ópera hollywoodense, y los diálogos -todos ellos musicalizados- se encargan de reiterar el obvio estado de angustia del personaje en cuestión.

Si un personaje se encuentra en una disyuntiva, le canta al río que corre bajo sus pies. Una canción entera. Sin dejar espacio a la ambigüedad, a la sutileza: la obviedad elevada a la ene potencia. De allí que 157 minutos -sí, más de dos horas y media- parecen no serle suficientes al director para dejar muy en claro la miserableza de sus personajes.

Desde el minuto uno, queda claro el tono melodramático y operático, queda claro que mejor hubiera sido invertir el dinero del tiquete y las palomitas en un bloody Mary en el bar de la esquina.

Cuesta creer que el creador de este Frankenstein fuera el mismo director de ‘El discurso del rey’, una historia sencilla contada con sutileza e intensidad. De aquello no quedó ni sombra.

Porque la película que está hoy en cartelera y “suena para los Óscar” falló en el reto doble que se impuso: adaptar en cine un clásico de la literatura y superar la primera adaptación para cine que ya existía y que dirigió Billie August en 1998 y que protagonizaron Uma Thurman, Liam Neeson y Geoffrey Rush.

Es lo que llamarían los matemáticos un fracaso al cuadrado. Se recomienda, eso sí, para señoritas de lágrima fácil -como, de hecho, había más de una en el cine- y para peores enemigos. Para el resto de los mortales, se recomienda el plan B de un ‘bloody Mary’ en el bar de la esquina o, si sigue vivo el deseo de palomitas y película, entren a ‘Django Unchained’ , de Quentin Tarantino. Verán la miserableza del Lejano Oeste, pero no se sentirán miserables.

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