Where Weapons Rule

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Mañana empezará oficialmente el segundo y último mandato de Barak Obama. Pero apenas cinco días antes decidió pelear finalmente la madre de todas las batallas: la venta de armas. Digo finalmente porque tuvo que pasar lo impensable: la muerte de 20 niños y seis educadores en Newtown, Connecticut, apenas unos días antes de Navidad, para que la clase política hiciera algo. Este incidente no fue ni el primero ni el único. La historia de matanzas a niños indefensos a manos de adolescentes o jóvenes perturbados empezó en 1989 en una escuela pública de Stockton, California. Eventos similares han sucedido uno tras otro a lo largo de estos años. Fuera de Estados Unidos la matanza de Columbine, gracias al documental de Michael Moore, pero eventos similares han sucedido uno tras otro a lo largo de estos años. Y la respuesta en términos de política pública no había pasado de dos decretos restringiendo la importación de rifles de asalto. La razón es muy simple, el lobby de la Asociación Nacional del Rifle es muy poderoso. No solo financia fuertemente las campañas políticas de personajes muy cercanos a sus intereses, sino que se ha encargado de que cualquier intento de restringir el uso de armas tan letales como las automáticas y semi-automáticas sean anulados u olvidados. La matanza de Newtown, la más violenta y sanguinaria de todas, por fin cambió la ecuación de fuerzas. Al menos por ahora. Y a pesar de la tibieza de los decretos ejecutivos del Presidente Parack Obama, estos son los más ambiciosos que cualquier presidente haya propuesto jamás. En cualquier caso, la pelea recién comienza. Estos decretos estos pueden perder total validez si el Congreso de mayoría republicana decide anularlos. Lo que es peor, hay muchos estados cuyas legislaturas están dispuestas a pasar leyes que inactiven las propuestas de la Casa Blanca. La verdad sea dicha, la pelea sería mucho menos dura de haberle tocado hacerla a un presidente blanco. El racismo predominante ha sido un incentivo más para que la Asociación del Rifle venda más armas con el mendaz argumento de que los estadounidenses podrían tener que defenderse de un gobierno totalitario y socialista como el de Obama, a la Ayn Rand. Por eso, la figura de la segunda enmienda sigue tan presente como siempre y Obama ha tenido un cuidado extremo en asegurar que respetará el derecho que otorga esa enmienda de portar armas. Lo sano realmente sería eliminarla completamente, pero en un sistema político tan polarizado como el actual, el sentido común siempre ocupa un segundo puesto. Además, un estricto control de la venta de armas en los estados Unidos beneficiará a todos. Si más del 60% de armas vendidas no ha sido registrada, lo lógico es pensar que miles de ellas fueron a parar en manos de los carteles de la droga, bandas criminales y similares en México y otros países de Centroamérica, por lo menos.

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