Honoring Debts

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El Gobierno de EEUU se encuentra, nuevamente, acorralado por el fantasma de no poder honrar los compromisos financieros que tiene, entre otros, con sus funcionarios y los acreedores de bonos del Tesoro. Esto, ante el desborde del gasto público por encima del techo de la deuda y la negativa de ampliarlo, manifestada por la Cámara Baja, en manos republicanas.

Actualmente el límite de la deuda establecido por el Congreso de EEUU es de $us 16,4 mil millones; monto que ya fue superado por el gasto público el último día de 2012. Sin embargo, entonces, el Tesoro encontró mecanismos financieros legales para tener dinero a su disposición durante unas pocas semanas más. Pero el plazo no se puede volver a extender, y se estima que a finales de febrero se agoten los recursos para pagar las facturas del Estado; a menos que el Congreso amplíe el techo de la deuda.

Pese a que este aumento no es algo nuevo en el país del norte (de hecho, fue extendido durante la mayoría de las presidencias anteriores), desde la llegada de los republicanos del Tea Party al Congreso (actualmente son mayoría en la Cámara de Representantes y hace dos años también controlaban el Senado), este trámite se ha convertido en una verdadera pesadilla para la administración de Obama, pero también para la economía de la primera potencia.

Puesto que, en caso de no poder zanjar este dilema, el Gobierno estadounidense tendría que dejar de pagar a sus funcionarios, a los médicos que atienden la seguridad social, a los militares y a los pensionistas. Por otro lado, el Tesoro se vería obligado a declararse en suspensión de pagos, por cuanto no podría honrar los intereses de sus bonos soberanos.

Una situación que generaría no sólo desconfianza entre los inversionistas extranjeros, sino también en los mercados bursátiles; y que sin duda se extendería a todo el sistema financiero internacional, con una previsible paralización de la actividad económica. En suma, como bien ha señalado el propio Obama, sería un desastre tanto para los estadounidenses como para la economía mundial.

Previsiblemente, más temprano que tarde, los congresistas republicanos (que exigen la eliminación o al menos la reducción de los gastos de los principales programas sociales para dar luz verde a este trámite) tendrán que aceptar esta prórroga presupuestaria, si no quieren, como se dijo antes, llevar a su nación a la quiebra, y con ella, a muchos otros países del orbe.

No obstante, llama la atención este afán de deteriorar al gobierno de Obama, aun a costa del propio bienestar del pueblo estadounidense (por ejemplo, a raíz de una pugna similar en julio pasado, la nota de la deuda de EEUU fue rebajada por algunas agencias calificadoras). Angurria típica, dicho sea de paso, de la mayoría de los políticos en el mundo, incapaces de ver más allá de sus propios intereses.

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